Necesaria sensatez
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Necesaria sensatez
El Rey Felipe VI “vence” al separatismo: la Generalitat y la calle se baten en retirada
Govern y sociedad civil rebajan su hostilidad con el Monarca pese a los aspavientos
El Rey conversa con el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés, durante la cena del World Mobile Congress 2021.
El Rey conversa con el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés, durante la cena del World Mobile Congress 2021. FOTO: CASA S. M. EL REY CASA S. M. EL REY
JAVIER GALLEGO@jgallego94
BARCELONACREADA26-02-2022 | 21:11 HÚLTIMA ACTUALIZACIÓN26-02-2022 | 21:34 H
El «procés» dinamitó prácticamente todos los puentes entre Generalitat y Estado y, una de las relaciones que más se ha resentido es, sin duda, la del Govern con la Casa Real. Lejos queda ya la cercanía que había entre ambas instituciones en la década de los 80 y 90 con Jordi Pujol y Don Juan Carlos I al frente: ahora, con el estallido del proceso independentista, el Rey Felipe VI se ha convertido en el principal blanco de ataques del independentismo, que usa su figura para desgastar al Estado. De ahí, las cruzadas de la Generalitat, que, con Quim Torra a la cabeza, «rompió relaciones» con la Casa Real, y del independentismo, con el recibimiento hostil a cada visita.
El independentismo siempre reprocha al Rey su discurso de rechazo a los desafíos a la legalidad del separatismo el 3 de octubre, 48 horas después del referéndum ilegal del 1-O. Sin embargo, esa cruzada que inició Torra se ha ido diluyendo notablemente con la llegada de Pere Aragonès a la presidencia de la Generalitat. Pese a los aspavientos y las gesticulaciones continuas, lo cierto es que la hostilidad hacia el Monarca se ha rebajado.
Aragonès, como president interino, cometió el error de plantar al Monarca en el acto del 70 aniversario de Seat del año pasado, con la fábrica de baterías en juego (finalmente, acabará en Sagunto), lo que cabreó tanto a los trabajadores de la empresa automovilística como a los empresarios y, desde entonces, ha corregido su actitud y está acudiendo a todos los actos de carácter económico en los que intervenga el Rey también. Así ocurrió en las jornadas del Cercle d’Economía de junio, donde, además, el president, presionado por los empresarios, fue a saludar a Felipe VI.
Desde entonces, han coincidido ya en otras ocasiones (Mobile World Congress de finales de junio y premios Ferrer Salat de Foment a finales de noviembre) y este domingo volverá a ocurrir en la cena inaugural del Mobile World Congress. Desde la Generalitat se trata de restar hierro a este asunto y justificar la presencia de Aragonès junto al Rey en los actos que sean de interés para Cataluña.
Pese a las justificaciones, lo cierto es que, la Generalitat, presionada por distintos sectores sociales que pretenden normalizar las relaciones con el Estado, da cada vez más señales de rebajar el tono con el Monarca, como ocurre también en el independentismo de base, que se bate en retirada. La sociedad civil había organizado protestas violentas y multitudinarias contra el Rey en algunas visitas, pero las movilizaciones se han ido residualizando hasta el punto que, en estos momentos, prácticamente nadie sale ya a manifestarse contra Felipe VI. La capacidad de convocatoria del independentismo civil está bajo mínimos tras la frustración causada por los dirigentes por todas sus promesas incumplidas.
De hecho, hace algo más de un año (en otoño de 2020), el Gobierno vetó la presencia del Rey en el tradicional acto de entrega de los despachos a los jueces para evitar que hubiera crispación en Barcelona en un momento en que intentaba rebajar la tensión en Cataluña para generar un clima de confianza con sus socios de Esquerra y poder aprobar los presupuestos del Estado. En este sentido, también cabe recalcar que, con el ejecutivo de Pedro Sánchez, se han reducido sustancialmente las visitas del Rey a Cataluña, tal y como lo reflejan los datos: en concreto, desde 2018, el Monarca ha estado en Cataluña en 22 ocasiones –algo más de cinco visitas anuales de media–, mientras que entre 2012 y 2017 (bajo mandato de Mariano Rajoy), desembarcó 52 veces –más de 10 visitas anuales de media–.
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Tropezar una vez no es malo, encariñarse con la piedra sí.
daniel- Mensajes : 2504
Fecha de inscripción : 11/12/2020
Re: Necesaria sensatez
A pesar de que intento no entrar en temas de política, sobretodo porque me parece que usar este foro para ello es un mirarse el ombligo que no tiene por qué interesar a personas de otros países, y porque los de aquí enseguida perdemos la objetividad y entendemos cualquier comentario como un ataque frontal a la propia madre, en vez de reflexionar sobre cómo ven la vida otros egos que no son el nuestro, estos días tengo que morderme los nudillos para no escribir acerca del espectáculo que nos ofrece el Partido Popular (*), otra vez.
Partido cuya “popularidad” creen, quienes le votan, proviene etimológicamente de defender los intereses del pueblo. Cuando la realidad es que son cada vez más “populares” (famosos) por su presencia continua en el banquillo de los acusados, en vez de por sus logros políticos.
Pero hoy no vengo a hablar de la actualidad inmediata, sino a exponer un ejemplo de como actos aparentemente intrancesdentes tienen una evolución que termina creando consecuencias graves. Y lo peor es que no aprendemos. Como dice el lema de nuestro amigo: “Tropezar una vez no es malo, encariñarse con la piedra sí.” Y parece que el humano normal no solo le toma cariño a la piedra que le hace caer, es que si no tropieza en un tiempo busca por los alrededores alguna piedra para ponerla en el camino y poder hacer tropezar a los que vienen detrás.
La historia de Ucrania no la conozco, así que no puedo opinar sobre ella, solo lamentar que se haga sufrir a personas inocentes. Pero sí conozco la historia de España y quiero traer a la memoria de quienes no lo saben, un acto que fue germen ideológico del retorcido complot urdido para conseguir en el horizonte de una o dos generaciones hacerse con el control de toda una región de España, Cataluña.
Pero antes de presentar la prueba me gustaría que los que no están ya alienados descubran la semejanza de la metodología propuesta aquí, con la usada por el demagogo: Joseph Goebbels, ministro de la Alemania nazi quien ejecutó los siguientes pasos para apropiarse del control intelectual y moral de toda una nación. Acciones concretas que contemplaron, por ejemplo: las falsificaciones de libros, artículos, e imágenes (fotos o pinturas retocadas) para engañar al pueblo y “conducirlo” hacia una verdad deformada. A saber:
- Control político y económico de los medios de comunicación.
- Censura férrea de todo lo que pueda influir en la opinión pública. (Libros, revistas, canciones, discursos de personalidades con influencia social)
- Control total sobre los planes de educación y ocio de las nuevas generaciones. Sobre los libros de textos y materiales curriculares. Sobre el adoctrinamiento en las actividades lúdicas.
- Vigilancia de aquellos que educan a las nuevas generaciones. (Maestros, educadores, monitores de actividades lúdicas, Curas)
- Ejecución de un plan de reescritura de la historia, incluso mintiendo descaradamente sobre datos históricos comprobados, de forma que se refuercen los argumentos propios.
- Ejecución de un plan de reescritura de una nueva Biblia acorde al movimiento (Institut zur Erforschung und Beseitigung des jüdischen Einflusses auf das deutsche kirchliche Leben) que convierta en enemigos a los que mantengan los dogmas espirituales anteriores.
Reconozco que de todos estos puntos me falta oir que Jesús o sus discípulos eran catalanes, pero no descarto ese paso en un futuro, ya que todos los demás puntos ya han sido puestos en práctica por la maquinaria separatista.
Y para aquellos que no crean mis palabras les invito a investigar sobre los políticos catalanes que han ido jalonando la política nacional española y cómo han ido favoreciendo la autonomía sobre la lengua, la educación, la justicia incluida la policía, responsabilidades que NO se han delegado en ninguna otra región española.
Muy clarificadora fue para mi, hace tiempo, leer la declaración de intenciones que uno de los ideólogos catalanes hizo en 1963 en unos “juegos florales catalanes” celebrados clandestinamente en Montevideo (Uruguay) donde se premió su manifiesto: “Per una consciència de país”.
Allí Joan Ballester instruía a sus correligionarios en cómo debían hacerse las cosas para conseguir un país catalán separado de España.
Voy a replicar aquí solo los primeros puntos de los 22 que tiene el texto completo, porque me parecen muy definitorios de la intención que tienen todos los pasos que han ido dando a lo largo de los años, los dirigentes catalanes, incluidos los mas recientes.
Además he tenido que currarme su traducción. Así que si alguien tiene interés en conocer el texto completo puede buscarlo y traducirlo, para satisfacer su curiosidad. En cualquier caso, para que nadie pueda decir que he sacado de contexto frases, voy a copiar los puntos enteros a sabiendas de que son muy largos y reiterativos.
Pero he puesto algunas mínimas ayudas para los lectores que no conocen el tema. En rojo aclaraciones mías. Y en negrita las frases mas reveladoras.
Per una consciència de país
Joan Ballester Canals (1913-1980)
Text honorat amb el Premi President de la Generalitat de Catalunya. Jocs Florals de la Llengua Catalana. Montevideo (Uruguai), 26 d’agost de 1963.
En el momento político de nuestro país [esto se escribió en 1963], van produciéndose hechos que reclaman y merecen la atención de todos aquellos suficientemente observadores y dispuestos al pulso de nuestra colectividad. Podríamos pensar en ese enfermo del que hace falta esperar más la recuperación de la propia vitalidad que de la terapéutica aplicada. Es un cuerpo al que se niega sistemáticamente los recursos científicos, que estimularían sus energías y activarían esta recuperación y al contrario le son inoculados microbios destructores en sus células vitales. Aunque su cuerpo ha resistido todo tipo de adversidades y a pesar de las llagas, bien visibles, se puede dictaminar con seguridad que ha pasado la crisis más peligrosa y que, a pesar de subsistir los focos de infección, que podrían convertirse en fatales en cualquier momento, haría falta un estado de optimismo y despreocupación para que los signos favorables pudieran adoptar derivaciones funestas.
Hay todavía signos externos que tienden a mejorar el clima ambiente y que en consecuencia, van a facilitar nuestra recuperación. Hoy todo es posible, hoy cualquier optimismo está justificado, a condición de que poseamos suficiente habilidad y decisión, y que sepamos aplicar en cada momento la dosis de uno y otro para ir ganando todo lo que se ponga a nuestro alcance, por evolución normal o por méritos propios.
Yo diría que son estos últimos los que más valor tienen, para que los méritos que sepamos contraer siempre sean positivos, y los otros, sin ellos, dejarán de ser un beneficio nuestro.
Varias voces se han levantado a través de conferencias y libros y en la ocasión de un discurso de sobremesa, clamando contra unas circunstancias, unos hechos pasados, más o menos pretéritos, y contra determinadas circunstancias y debilidades. Todo, pero con la mirada girada hacia atrás y con la buena intención de quitar la experiencia necesaria para no caer en los mismos errores. Loable intención la de todos estos que predican la rectificación de conducta, procedimientos y actitudes; que ejercen la labor de fiscalización de un pasado que todos estamos convencidos de que necesitamos mejorar, si es que honradamente pensamos en unos hitos firmemente arraigados en el corazón de todos los quienes tienen conciencia de nuestros destinos colectivos y que trabajan desde cualquier ángulo para su logro.
Creemos honestamente, que con estos clamores no es suficiente y que sobre todo no pueden serlo todo.
Hacer un pasado de errores, ingenuidades, debilidades y mantener inconscientemente las motivaciones que las produjeron, es duro dentro nuestro, a menos que en un momento determinado puede fermentar y transformar todas nuestras buenas predisposiciones, en detrimento de las exigencias que el País nos reclama.
Nuestro mañana no puede ser una problemática histórica. Debe ser una seguridad absoluta y para que lo sea, es necesario desbrozar ahora mismo, el camino que lleva y prever la estructura necesaria para que, hasta donde sea humanamente previsible, este camino no esté nuevamente enzarzado.
Al plantear el problema en los términos ahora hechos, no sabríamos empezar, sino, haciendo un examen riguroso de conciencia, olvidando un poco nuestro historial clínico y viendo cuál es nuestro estado actual, qué remedios reclama y cómo salir, y cuáles son las articulaciones que hay que reforzar, porque en el esfuerzo que debemos exigirnos a nosotros mismos no nos fallen los pulmones, ni el pecho, ni el corazón, ni las piernas, ni el cerebro.
FALLOS Y DEFECTOS
Alguno de estos elementos ha fallado en determinados momentos históricos. Alguno o todos a la vez, pero ahora ya tenemos la experiencia y si queremos que no se repitan, no es suficiente con denunciar el mal. Hay que dar el ejemplo y señalar el esfuerzo y el sacrificio necesarios con el fin de dejar el camino libre y desbrozado.
Si señalamos responsabilidades y responsables, que quede bien entendido que no nos sentimos excluidos. Hoy no está nadie al margen de responsabilidades, todo el mundo tiene las suyas y nunca adoptaremos la actitud cómoda de la acusación o de la inhibición, por el miedo y la cobardía de no equivocarnos.
Sólo hace falta decir otra vez lo que ya hemos oído repetidamente. Pero, sin querer justificar toda la trayectoria de los últimos 40 años y sin que queramos excusar la migración de horizontes de los hombres que directamente y indirectamente han determinado los cambios históricos de la nuestra colectividad. Creemos que hay que tener en cuenta unas cuantas cosas que no se han puesto en evidencia y que es necesario reconocer que tienen importancia y han sido como el sustrato que las ha determinado en buena parte. Diremos, para no sembrar equívocos, que podemos hacer algunas acusaciones concretas, tal y como la falta de ambición nacional y de espíritu de sacrificio, posponer el interés personal o de clase a la conveniencia colectiva. Pero creemos que al juzgar aquellos eventos, no podemos dejar de considerar la situación anormal de nuestro País, despojado de todo atributo de autogobierno y del ejercicio y uso de las responsabilidades en las propias acciones y actitudes. Y aun, es necesario que no olvidemos la diferencia de perspectiva que forzosamente tienen todos los actos juzgados a distancia. Pero, todo ello, ha dejado de interesarnos en buena parte y consideramos tan inoperantes a quienes viven de los recuerdos y las glorias pasadas como los desengañados por los obstáculos y desaciertos actuales. Para nosotros es cuestión de fe, de convicciones, de conciencia. Es necesario que nos sintiéramos catalanes aunque no hubiéramos tenido el pasado histórico que poseemos, pero tengamos el coraje necesario para construir un porvenir lleno de dignidad y en la medida de nuestra personalidad nacional.
Poco depende de la Historia. Todo depende de nosotros. Pero, si queremos pasar un velo por encima de todo este período de los 40 años últimos, no queremos hacerlo sin sacar alguna consecuencia. Y es en este momento cuando tenemos que reconocer que algo esencial falla en ésta estructura que muestra tantos puntos débiles por los que generalmente se han escurrido los esfuerzos y afanes de alguna generación. Creo que es obligado de revisar el contenido que mueve la idea de recuperación nacional de todas las generaciones que nos han precedido y aun de los esfuerzos actuales que tienden hacia esta actitud irredentista. [Independentista]
UNA CONSTANTE: LOS INDIFERENTES
La existencia de núcleos indiferentes, pasivos, y de todos aquellos que integran las masas vegetativas, significa algo. No les justificamos ni defendemos. Remarcamos su persistencia durante todo nuestro proceso político y nos preguntamos cómo es posible que subsistan, cuando la fuerza de reivindicación nacional debe abarcar todo tipo de estamentos y nadie puede sentirse en el margen, puesto que ¿los beneficios deben llegar a todos?
No siempre podemos explicar el miedo y la cobardía, porque en éstos sesenta años de despertar político, hemos conocido períodos en los que podían manifestarse las actitudes más radicales. Y sin embargo, el fenómeno se ha producido igualmente. Solo en el breve período que va de los años 1931 al 1934, se produce la incorporación de contingentes de nueva raíz, pero aquellos años fueron de euforia y es fácil en momentos parecidos, de sumarse a la manada de los vencedores. Si este período hubiera tenido continuidad, el panorama hubiera cambiado. Habríamos tenido oportunidad suficientemente para ir superando deficiencias, pero necesitamos admitir las cosas tal y como han sucedido y llegar decididamente al fondo del problema. Y necesitamos ir forzados por otras circunstancias, por los hechos que van adquiriendo fuerza en el mundo y que tampoco pueden dejarnos indiferentes.
Cuando es la hora de buscar responsabilidades, es tarea fácil de inculpar a personas y organizaciones. Pero, a pesar de ver culpabilidades en buena parte de quienes directa o indirectamente han dirigido esta movilización o debían tener un puesto propiamente de dirigentes, creemos que la responsabilidad tiene mucho mayor alcance y que las causas se originan en hechos más profundos y sustanciales.
OLVIDO DE LA CUESTIÓN SOCIAL
El catalanismo nunca tuvo una auténtica preocupación social. Los problemas de la gente trabajadora de las ciudades y del campo, no merecieron toda la atención que requerían. Cabe decir que el catalanismo tuvo siempre una marcada tendencia conservadora. Eran los industriales, los comerciantes, los propietarios rurales [terratenientes] y con ellos la gente de iglesia, quienes representaban esa tendencia. Cabía y podía manifestarse en los estamentos de signo opuesto, pero estos estamentos no encontraron al hombre o los hombres que les condujeran. Ya tuvo cuidado el Estado de malmeter y desarticular todo aquello que tendía a desvelar las inquietudes de orden nacional, en los sectores más numerosos de nuestra comunidad.
No todas las contrariedades pueden ponerse en la cuenta de nuestros enemigos. Debemos reconocer que si la iniciativa partía de ellos, aquí encontraban un clima fácil, les dábamos buena parte del trabajo realizado. El egoísmo y los intereses privados eran lo suficientemente fuertes para acallar el peligro y dejar abandonados a nuestros obreros a manos de aquellos que decían defenderlos, pero que siempre terminaban por destruirlos. Y, si les hacían ineptos para una labor de reivindicación nacional, también les estropeaban orgánicamente y de eso se beneficiaron los balances de nuestra gente de la industria y del comercio.
¿Quién puede dudar de que los sectores conservadores contribuyeron mucho a desvelar a nuestra gente? Pero una operación es buena o mala en la totalidad de su ejecución y de la confrontación de activo y pasivo. Y si bien en el Principado [Se hace una interpretación discutible del termino jurídico del latín “principatus” que en el siglo XIV hacia referencia a los Condados de: El Rosellón (hoy francés), Barcelona, Gerona y Osona] se ganaron grandes batallas, hemos visto después como eran de superficiales y cómo estábamos faltos del sostenimiento y la base necesarios para superar o hacer imposibles situaciones que no habrían pasado si todo el mundo hubiera aportado la ayuda y decisión en el despertar de nuestra comunidad.
Toda la trayectoria del catalanismo es sinuosa y vacilante. Parece totalmente como si los hombres que se dan políticamente lo hicieran con una premeditación determinada y no llevan energía ni inteligencia para vitalizarlo, antes canalizan la fuerza incipiente en provecho de sus intereses privados y de clase. Debemos excluirlos y situar en lugar de honor a los que corresponde, hombres como Valentí Almirall Llozer, el Dr. Domènec Martí Julià y Enric Prat de la Riba Sarrà y todos aquellos que dieron contenido al movimiento político de reivindicación nacional. Éstos crearon la doctrina, el cuerpo viviente del País, y porque dieron a la comunidad su fe, entusiasmo, saber y energía, hoy les recordamos no como hombres que representan una tendencia o un matiz político, sino como verdaderos creadores del nuevo espíritu nacional y cuando volvemos a los caminos derechistas que confirieron al País conciencia de tal, les recordamos a ellos y no a aquellos que ganaron unas determinadas elecciones o una batalla política más o menos importante.
El camino era y sigue siendo el mismo: vitalizar todas y cada una de las raíces del árbol que habían dañado y querido destruir los vientos de poniente, que llegaron a desnudar la casi totalidad de los signos externos de diferenciación y que, en un momento determinado parecía que ya habían cambiado su esencia y daba frutos exóticos.
El catalanismo dio vida en este árbol, pero al ver el empuje que tomaban aquellas raíces, dormidas en el corazón de la tierra, no deja que la naturaleza siga su proceso normal y se desvirtúa la fuerza natural de esa cepa que se dispone a frutar los frutos que debe dar y sin embargo se quiere que éstos sean provechosos solo para unos. Se sacrifica la plenitud de esa acción vitalizadora. No son los hombres quienes sacrifican sus intereses. Son éstos quienes imperan por encima del interés colectivo y es posible llegar a hacer entender a la gente que catalanista es únicamente aquél que defiende la riqueza material del País y sigue las doctrinas de la iglesia oficial.
Será o no será esta la intención de quienes politizan el movimiento regionalista, pero es evidente que sus actitudes condenan a todos aquellos que no tienen fábricas a combatir sin sentir la necesidad de un director espiritual. Y tanto como dicen trabajar por la reivindicación del País, a la vez condenan a sus obreros a una vida de miseria y de humillaciones, alejan a nuestras masas trabajadoras de un movimiento político que las sacrifica, sin beneficio de la comunidad, sino en provecho del bienestar material de las clases económicamente dominantes.
Ocurre un descalabro. Y se produce porque nuestras masas trabajadoras sienten las sacudidas que ya comienzan a sacudir el mundo y en lugar de ver asociadas estas reivindicaciones progresistas sociales a las de carácter nacional, se ven postergados por aquellos que dicen representar la comunidad que ellos también integran. Y son voces extrañas, son fuerzas ajenas a nosotros y movilizadas para llevar al País la perturbación que dificulte su despertar, las que les hablan de sus problemas y les hacen promesas de dedicación y defensa. Nuestras clases burguesas se olvidan del País delante de los resultados de unos balances económicos, pero después pagarán a precios elevados ese bienestar y no sabrán encontrar otro responsable que el catalanismo, catalanismo que ellos mismos invalidaron para aquellos que perturbaban su egoísta tranquilidad.
Son muy graves estas responsabilidades que acabamos de señalar gravísimas por lo que representan de inhibición del sector más numeroso de nuestra colectividad, a su servicio y dedicación. Necesitamos examinar otros factores, porque si bien hay signos evidentes y prometedores de rectificación, incluso vemos que persisten obstinadamente en errores ya seculares, gente suficiente, digna, representativa o que creen todavía representar algo en este presente recluido o en el mañana liberador.
REIVINDICACION NACIONAL
Y que no parezca, que queremos excluir a nadie de lo que entendemos por comunidad, ni de los deberes que todos y cada uno de sus miembros tenemos para con el País. Entre nuestra gente abundan los católicos practicantes, y queremos para ellos el mismo respeto y la misma consideración que deben tener quienes no sigan estos principios religiosos, como tampoco es necesario creer que todo el mundo piense en una misma dirección social. Pero todos debemos ver bien claro que una reivindicación nacional no puede ser de derecha, izquierda o centro, religiosa o laica, sino todo lo contrario. Son todas estas tendencias las que deben tener una misma preocupación de orden nacional y renunciar a todo el que dentro de las propias actitudes tienda a desvirtuar y minimizar en el grado menor, la determinante nacional de nuestro pensamiento y nuestra acción.
La movilización política del País, que ha frutiferado en tantas y tantas características y matices, ha coincidido en un grave defecto esencial. Han intentado una virguería en lo alto de la cuerda política: pretender el equilibrio inestable que resulta de proclamar lo nacional y mantenerse subordinados en el carro desguazado del Estado.
La maniobra consistía en hacer creer que no podíamos huir del centro de gravedad peninsular, cuando en realidad no se daba a los programas políticos la fuerza inicial de desplazamiento necesaria para huir de esa órbita y vivir con absoluta independencia y responsabilidad en nuestros actos.
LAS ACTITUDES POSITIVAS
Con supeditación mental coarta la trayectoria política de nuestra colectividad, desvirtuando la teoría política del despertar nacional y supeditándola al triunfo de una misma tendencia o visión política en el interior peninsular. Ha sido y sigue siendo para muchos la política del anti: antimonárquicos, antirepublicanos, antifranquistas... cuando debía ser pro: proCatalunya, proPaïsos Catalans, proEuropa de las nacionalidades.
Se ha condenado por poco hábil o impolítica toda actitud radical y hasta ahora queda bien clara una cosa: que las actitudes contemporizadoras han fracasado todas y la maximalista [Extremista] todavía está por demostrar que sea inoperante y fallida.
Hay que poner otros valores encima de la mesa en esta revisión de nuestro pasado contemporáneo y de nuestra actuación presente. El fenómeno cultural de “el Renacimiento”, la vida intelectual de nuestro País y la nueva reconquista cultural en el período actual.
El primero dio origen al planteamiento político, la segunda nutrió decididamente las inquietudes y aspiraciones colectivas; por lo que actualmente parece vivir mucho más preocupada por los problemas intelectuales que por su vinculación con el problema esencial de la comunidad. Nuestro reencuentro se hace por la vía de la cultura, pero quedamos deslumbrados, que figuras eminentes de nuestra intelectualidad se consideran satisfechas con su aportación cultural, por no sentirse obligadas a hacer de la cultura y su prestigio una herramienta más al servicio del País.
Nuestros hombres de letras, como las células más sensibles de la comunidad, debían acusar constantemente la situación anormal del País. Debían ser como el agua que redime la tierra estéril y con su sazón, aportar el fruto de su sensibilidad vitalizadora. Hemos tenido grandes hombres dentro de nuestros escritores que han puesto su pluma al servicio de la política de reencuentro nacional y por tanto no queremos olvidar a ninguno de los que con su verbo han ganado militantes para el País. Pero sin embargo, ha existido una intención premeditada de dar un cuerpo especial y diferenciado entre la cultura y la movilización política y patriótica de la comunidad. El escritor, por el mero hecho de su creación de cara al público, es un dirigente en ciernes, es un vehículo de comunicación y esta comunicación y este vehículo no puede llevar otra carga que la situación anormal del País reclama para resolver sus problemas de supervivencia. Toda especulación intelectual fracasará si no resuelve previamente su razón particular de existencia, mientras el cuerpo que le ha de dar fuerza y personalidad no tenga asegurada su corporeidad y esté presente y visible para propios y extraños.
No queremos dejar asentado un panorama de desastres y calamidades que de lo contrario quedaría desmentido por unas realidades evidentes. Hemos querido analizar las razones que podían motivar el ritmo lento del proceso político que nos debe conducir a la madurez necesaria para reencontrar y reconstruir de nuevamente nuestra comunidad.
Hemos señalado el egoísmo de unos industriales, la ausencia de unos núcleos trabajadores, la pequeñez de ambición nacional de unos políticos y el espejismo de nuestros hombres de letras. Pero no podemos olvidar otro aspecto esencial y de gran trascendencia, que ha tenido una influencia decisiva en la vida del País: la vida en familia, la vida en el hogar.
HOGAREÑOS Y MEDIOCRIDAD
En el ambiente familiar no se respira la situación anormal del País, no se vive el inconformismo rebelde que vaya desvelando en nuestros hijos la sensibilidad y les dé conciencia de su condición de inferioridad de hombres apátridas y de País sin personalidad. Nuestro hogar es burgués, es como un caparazón con el que se ha querido aislar y defender una vida tranquila de la agitación y de la inquietud que se respira en el exterior. ¿Cuántas inhibiciones se han empollado alrededor de una mesa de comedor familiar? ¿Cuántos inconformismos de nuestra gente joven han topado con la incomprensión, con el egoísmo o la cobardía de sus progenitores?
Hay leyes, la del juicio, la de la tranquilidad, la del barrigacontentismo, que era sagrado de mantener y que ni en nombre de las necesidades del País ni de la ebullición natural de la gente joven, se podían alterar. Había una discriminación. Se podía alardear de un balance alterado, de unos impuestos soslayados, de unos pagos escamoteados, porque todo quedaba justificado tratándose del Estado que nos expolia y todo se comentaba con naturalidad y con una satisfacción pícara. La inmoralidad es flagrante. Por una ganancia material se puede correr el riesgo de enfrentarse con el Estado; por una cuestión de principios y de ética nacional sería una locura jugarse la paz de la familia. ¿Por qué tipo de escala de valores hemos ido descendiendo, hasta llegar a este maquiavelismo?
Es el juego de la doble personalidad, de las dos caras, de una medida para cada cosa y ésta, hecha a la medida de nuestras conveniencias. Somos de la manga ancha o estrecha, según convenga estratégicamente y todo esto no tendría mucha importancia si fuéramos una comunidad de vida normal. Pero los catalanes, que vivimos en régimen de excepción, no hace veinticinco años, sino dos siglos y medio, no podemos permitirnos el lujo de jugar con esta mezcla de principios que pueda excusarnos del cumplimiento de nuestros deberes sin que se alteren nuestra sensibilidad y nuestra conciencia.
LAS ENTIDADES LOCALES
En nuestro País [Refiriéndose solo a la región de cataluña], concretamente en el Principado, tienen lugar fenómenos variados. Hombres clarividentes proyectan su acción vitalizadora por caminos diversos y en múltiples actividades. Ven la fórmula de captación de grandes contingentes que llegan por estos diferentes caminos, a la enseñaza propia de la cuestión nacional.
Surgieron las agrupaciones excursionistas, el cooperativismo, las bandas musicales y los coros u orfeones, las agrupaciones de baile tradicional (sardana), el movimiento juvenil Scout [como alternativa a la O.J.E. que tenía precisamente un marcado signo miliciano-franquista]... Todas y cada una de estas actividades tenían una finalidad concreta. De varias formas, todas se esforzaron por arrancar del letargo parte del alma de un pueblo que aquellos hombres sentían vivamente e intuían como unos iluminados. Todas estas actividades fueron tomando vuelo. Nacen y crecen numerosas entidades que van extendiendo su acción por el País y cumpliendo la función propuesta. Pero diríamos que a medida que sus tentáculos se alargan, pierden bastante el nervio originario. No diremos que lo avandonan; sin embargo, más que hacer de su actividad un vehículo que conduce a una finalidad más elevada y ambiciosa, se desvían de la trayectoria prevista y se entregan de lleno a su actividad, por la propia actividad.
Así pues, los excursionistas hacen excursionismo puro, los cantores reviven las canciones, los danzantes las danzas, los BoyScouts escuchan el “escultismo” [Las enseñanzas sobre naturaleza y civismo] ... Pero limitándose cada vez un poco más en su dedicación a estas actividades más que a la función básica que les da vida. El árbol priva de ver el bosque y si bien nadie puede negar su sentimentalismo, han desorbitado su función y la liturgia ha desvirtuado el culto.
¿Qué es lo que motiva este fenómeno? ¿Por qué se diluyen los objetivos iniciales? Había que dar otro paso adelante y nos quedamos con la ilusión de la ganancia conseguida. Habría que jugar un poco más fuerte, adoptar una actitud más decidida, pero el riesgo que podría suponer nos mantiene en una posición conservadora de todo lo que nos hemos encontrado establecido. Hemos considerado el riesgo de perder lo que tenemos, en cambio lo hemos perdido frente a cualquiera circunstancia desfavorable, a pesar de nuestra sensatez y nuestra prudencia.
Éste es uno de nuestros grandes prejuicios. Nos hemos alabado y fiado excesivamente de nuestra sensatez, confundiendo esta calidad, casi nacional, con la prudencia, y para eso la cobardía. No hemos tenido sentido de la medida y hemos exagerado la cordura ante un riesgo visto con cristal de aumento. Nuestras ganancias nunca tendrán la categoría de tales si no tenemos la decisión de defenderlos, de fortalecerlos con firmeza consciente, aunque pueda parecer a veces más propia de locos y alucinados, que de gente decidida y heroica.
Planteémos el problema en todas sus consecuencias y sepamos afrontarlo. Para ello, será necesario comprender que no buscamos el riesgo, sino que nos lo imponen. Que la anormalidad y la ilegalidad del vivir al que nos condenan, no obedecen a nuestra condición anárquica y rebelde. Que el servilismo y la sumisión nunca han resuelto ningún problema de dignidad y que dolor físico de un latigazo siempre es más transitorio que la humillación y la vergüenza permanentes.
Nos ha fallado el coraje, pero no somos un pueblo incapacidad para tenerlo. Hemos aceptado una situación que todavía nos dejaba vivir y éste relajamiento nos ha anquilosado los miembros. Hay que desentumecerlos, excitar de nuevo todas nuestras funciones físicas. Vigorizando los miembros encontraremos el gozo de la propia vitalidad apartando la pusilanimidad de una existencia sin deleite ni ambiciones. Y no será necesario el milagro de una regeneración. Será necesaria la decisión de un núcleo que con su ejemplo señale una norma de actuación e ir trabajando en la conciencia de todos y esta conciencia será el signo inicial que despertará energías y nos dará la suficiente que ahora no tenemos.
A este estado de conciencia llegaremos por varios caminos. Planteándonos los problemas de hoy y los de mañana, deshaciendo mitos y malentendidos. Exigiéndonos y exigiendo a aquellos que por vocación o por espíritu se coloquen a nuestro lado político, que renuncien a visiones estrechas y estremecidas y entes prueben por lo menos la bondad y la sinceridad de sus principios, con el renunciar de sus ambiciones personales y materiales.
Estamos hartos de ver cómo se encubran personalismos, con acusaciones de individualismo de nuestro pueblo. No somos un pueblo individualista. Hemos dado y damos muchísimas pruebas de comunitarismo y ha habido voces suficientemente autorizadas que han proclamado este individualismo superficial como una actitud de autodefensa y no de un defecto consustancial. Siempre que hemos convocado a empresas colectivas, nuestro pueblo ha respondido con entusiasmo y colaboración, con un espíritu que ha convertido el pretexto en auténticas movilizaciones espirituales del País. Las actitudes reservadas y poco cálidas, las han adoptado aquellos que más obligados estaban a contribuir con su aportación personal y con lo que creen representar, pero cómo que en estas movilizaciones espirituales no había sitio para el lucimiento personal... se quedaban en casa.
No hay tal individualismo. Hay, eso sí, personalismos. Y contra éstos personalismos que han ahogado e impedido acciones provechosas, contra éstos personalismos necesitamos ser intransigentes y condenatorios inapelablemente. En aras de nada podríamos renunciar a los diferentes matices que debe poseer toda comunidad normalmente estructurada. Pero cuando es necesario construir un País, deben imponerse las coincidencias que ligan y proyectar las diferencias de pensamiento para cuando tengamos la posibilidad de aplicar las soluciones más beneficiosas y oportunas para ese País, que todavía no tenemos.
Sería trágico repetir de nuevo aquellos bizantinismos de una época determinada en qué se discutía si la escuela debía ser católica o laica, y todavía no tenemos escuela catalana.
Necesitamos una auténtica preocupación de orden nacional, de pueblo que quiere mandar y transformar nuestra mentalidad de oposición en una mentalidad constructiva y de gobierno. Nos han obligado a estar siempre enfrente o en contra de tantas cosas, que caemos en ese defecto oposicionista, aun en nuestros mismos problemas. Sepamos librarnos de quien nos obliga a estar en contra de, o anti esto, o anti aquello; para decidirnos a actuar permanentemente a favor de todo lo que nos lleve al propio reencuentro. Si verdaderamente aspiramos a gobernar y hablo en sentido geográficamente catalán necesitamos desterrar nuestra actitud de oposición sistemática. Porque estamos en la oposición únicamente por influencias territorialmente extranacionales y esto en el fondo es una subordinación a problemas que no debemos resolver nosotros y tampoco nos corresponde hacerlo.
Cómo no toleraríamos la presencia de fuerzas políticas extrañas, las cuales son las que están interesadas en mantener nuestras propias fuerzas políticas en lo que tan acertadamente se ha calificado de sucursalismo. Los halagos y las comprensiones son cantos de sirena a nuestro provincialismo, pero cuando hemos roto y menospreciado éste provincialismo se han terminado los enternecimientos epidérmicos y las comprensiones convencionales.
Debemos hacer tarea de conciencia nacional. Movilizar a nuestra gente por motivaciones que afecten a todos.Y cuando no tengamos al alcance algún motivo auténtico, inventémonos uno. Cualquier pretexto será bueno si lleva el sello y la intención electrizante que ponga en movimiento todos los recursos humanos del País. Aprovechar cualquier circunstancia, inventar cualquier cosa, esencialmente importante, para llevar esta acción vitalizadora al medio de la calle. Remover todo el País, desde Elche hasta Salses, desde Fraga hasta Mahón, pero no con acciones de pequeños núcleos, sino con objetivos de gran alcance.
Acciones que nos lleven hasta el militante anónimo y convertirse en militantes a aquéllos que no han sabido encontrar el camino de su incorporación activa. Los resultados serán doblemente beneficiosos. Surgirá el trabajo de equipo y ensancharemos el círculo. Los inhibidos y los indiferentes sentirán la vergüenza de su inhibición voluntaria. Y si les damos una oportunidad, salvaremos muchos del naufragio espiritual en el que viven.
Todo ello se convertirá en más consistencia y en la escala de valores humanos se ganará en virilidad. Será el momento en que todo el mundo comprenderá que la función de bailarín sardanista, músico de bandas, cantor de orfeones, excursionistas, BoyScout y toda la gama de actividades colectivas tiene una misión de servicio a la comunidad y no de gozo de la actividad para la actividad propia.
El sentimentalismo de nuestro pueblo, que como una embarcación frágil hemos visto escorarse tan irresponsablemente, en un sentido u otro, que ha sido explotado tantas veces en manifestaciones en masa y premeditadamente desorientadoras, es una fuerza en ciernes que tiene el valor de una fidelidad inconsciente, pero este enternecimiento de un momento determinado ha quedado desvanecido a continuación. Cloroformizados los sentimientos, esa masa ha olvidado fácilmente todo lo que había de positivo en el viento emocional, que por unos instantes hasta ha llegado a humedecerle los ojos.
Esta labor de creación de una conciencia nacional promoverá innumerables consecuencias. La más inmediata será la de creación de órganos institucionales, a los que todos otorgaremos validez y actividad. Tienen que ser estos órganos directivos, estas manifestaciones incipientes de autogobierno sin facultades específicamente reconocidas, pero con todo el valor moral que nosotros les sepamos dar, lo que recogerá la fuerza que dan los movimientos colectivos y los estados de conciencia, contra los que ninguna fuerza no es suficientemente poderosa. Habremos creado el aglutinante, ya nos sentiremos más responsables y sabremos que en medio de la tormenta hay un refugio seguro, que sabrá acogernos y dónde podremos refugiarnos, ofreciendo la fe de nuestros corazones y la fuerza de nuestros brazos.
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Resumiendo:
- Control político y económico de los medios de comunicación.
- Censura férrea de todo lo que pueda influir en la opinión pública. (Libros, revistas, canciones, discursos de personalidades con influencia social)
- Control total sobre los planes de educación y ocio de las nuevas generaciones. Sobre los libros de textos y materiales curriculares. Sobre el adoctrinamiento en las actividades lúdicas.
- Vigilancia de aquellos que educan a las nuevas generaciones. (Maestros, educadores, monitores de actividades lúdicas, Curas)
- Ejecución de un plan de reescritura de la historia, incluso mintiendo descaradamente sobre datos históricos comprobados, de forma que se refuercen los argumentos propios.
(*) Aviso a navegantes: Mi consideración del PP como partido lleno de corruptos no implica que tenga en mejor estima al PSOE, u otros partidos. De hecho pienso y lo repito constantemente, que el oficio de político es un ofico de parásitos mentirosos, cuya única ocupación es crear problemas a la sociedad en vez de solucionarlos.
Partido cuya “popularidad” creen, quienes le votan, proviene etimológicamente de defender los intereses del pueblo. Cuando la realidad es que son cada vez más “populares” (famosos) por su presencia continua en el banquillo de los acusados, en vez de por sus logros políticos.
Pero hoy no vengo a hablar de la actualidad inmediata, sino a exponer un ejemplo de como actos aparentemente intrancesdentes tienen una evolución que termina creando consecuencias graves. Y lo peor es que no aprendemos. Como dice el lema de nuestro amigo: “Tropezar una vez no es malo, encariñarse con la piedra sí.” Y parece que el humano normal no solo le toma cariño a la piedra que le hace caer, es que si no tropieza en un tiempo busca por los alrededores alguna piedra para ponerla en el camino y poder hacer tropezar a los que vienen detrás.
La historia de Ucrania no la conozco, así que no puedo opinar sobre ella, solo lamentar que se haga sufrir a personas inocentes. Pero sí conozco la historia de España y quiero traer a la memoria de quienes no lo saben, un acto que fue germen ideológico del retorcido complot urdido para conseguir en el horizonte de una o dos generaciones hacerse con el control de toda una región de España, Cataluña.
Pero antes de presentar la prueba me gustaría que los que no están ya alienados descubran la semejanza de la metodología propuesta aquí, con la usada por el demagogo: Joseph Goebbels, ministro de la Alemania nazi quien ejecutó los siguientes pasos para apropiarse del control intelectual y moral de toda una nación. Acciones concretas que contemplaron, por ejemplo: las falsificaciones de libros, artículos, e imágenes (fotos o pinturas retocadas) para engañar al pueblo y “conducirlo” hacia una verdad deformada. A saber:
- Control político y económico de los medios de comunicación.
- Censura férrea de todo lo que pueda influir en la opinión pública. (Libros, revistas, canciones, discursos de personalidades con influencia social)
- Control total sobre los planes de educación y ocio de las nuevas generaciones. Sobre los libros de textos y materiales curriculares. Sobre el adoctrinamiento en las actividades lúdicas.
- Vigilancia de aquellos que educan a las nuevas generaciones. (Maestros, educadores, monitores de actividades lúdicas, Curas)
- Ejecución de un plan de reescritura de la historia, incluso mintiendo descaradamente sobre datos históricos comprobados, de forma que se refuercen los argumentos propios.
- Ejecución de un plan de reescritura de una nueva Biblia acorde al movimiento (Institut zur Erforschung und Beseitigung des jüdischen Einflusses auf das deutsche kirchliche Leben) que convierta en enemigos a los que mantengan los dogmas espirituales anteriores.
Reconozco que de todos estos puntos me falta oir que Jesús o sus discípulos eran catalanes, pero no descarto ese paso en un futuro, ya que todos los demás puntos ya han sido puestos en práctica por la maquinaria separatista.
Y para aquellos que no crean mis palabras les invito a investigar sobre los políticos catalanes que han ido jalonando la política nacional española y cómo han ido favoreciendo la autonomía sobre la lengua, la educación, la justicia incluida la policía, responsabilidades que NO se han delegado en ninguna otra región española.
Muy clarificadora fue para mi, hace tiempo, leer la declaración de intenciones que uno de los ideólogos catalanes hizo en 1963 en unos “juegos florales catalanes” celebrados clandestinamente en Montevideo (Uruguay) donde se premió su manifiesto: “Per una consciència de país”.
Allí Joan Ballester instruía a sus correligionarios en cómo debían hacerse las cosas para conseguir un país catalán separado de España.
Voy a replicar aquí solo los primeros puntos de los 22 que tiene el texto completo, porque me parecen muy definitorios de la intención que tienen todos los pasos que han ido dando a lo largo de los años, los dirigentes catalanes, incluidos los mas recientes.
Además he tenido que currarme su traducción. Así que si alguien tiene interés en conocer el texto completo puede buscarlo y traducirlo, para satisfacer su curiosidad. En cualquier caso, para que nadie pueda decir que he sacado de contexto frases, voy a copiar los puntos enteros a sabiendas de que son muy largos y reiterativos.
Pero he puesto algunas mínimas ayudas para los lectores que no conocen el tema. En rojo aclaraciones mías. Y en negrita las frases mas reveladoras.
Per una consciència de país
Joan Ballester Canals (1913-1980)
Text honorat amb el Premi President de la Generalitat de Catalunya. Jocs Florals de la Llengua Catalana. Montevideo (Uruguai), 26 d’agost de 1963.
En el momento político de nuestro país [esto se escribió en 1963], van produciéndose hechos que reclaman y merecen la atención de todos aquellos suficientemente observadores y dispuestos al pulso de nuestra colectividad. Podríamos pensar en ese enfermo del que hace falta esperar más la recuperación de la propia vitalidad que de la terapéutica aplicada. Es un cuerpo al que se niega sistemáticamente los recursos científicos, que estimularían sus energías y activarían esta recuperación y al contrario le son inoculados microbios destructores en sus células vitales. Aunque su cuerpo ha resistido todo tipo de adversidades y a pesar de las llagas, bien visibles, se puede dictaminar con seguridad que ha pasado la crisis más peligrosa y que, a pesar de subsistir los focos de infección, que podrían convertirse en fatales en cualquier momento, haría falta un estado de optimismo y despreocupación para que los signos favorables pudieran adoptar derivaciones funestas.
Hay todavía signos externos que tienden a mejorar el clima ambiente y que en consecuencia, van a facilitar nuestra recuperación. Hoy todo es posible, hoy cualquier optimismo está justificado, a condición de que poseamos suficiente habilidad y decisión, y que sepamos aplicar en cada momento la dosis de uno y otro para ir ganando todo lo que se ponga a nuestro alcance, por evolución normal o por méritos propios.
Yo diría que son estos últimos los que más valor tienen, para que los méritos que sepamos contraer siempre sean positivos, y los otros, sin ellos, dejarán de ser un beneficio nuestro.
Varias voces se han levantado a través de conferencias y libros y en la ocasión de un discurso de sobremesa, clamando contra unas circunstancias, unos hechos pasados, más o menos pretéritos, y contra determinadas circunstancias y debilidades. Todo, pero con la mirada girada hacia atrás y con la buena intención de quitar la experiencia necesaria para no caer en los mismos errores. Loable intención la de todos estos que predican la rectificación de conducta, procedimientos y actitudes; que ejercen la labor de fiscalización de un pasado que todos estamos convencidos de que necesitamos mejorar, si es que honradamente pensamos en unos hitos firmemente arraigados en el corazón de todos los quienes tienen conciencia de nuestros destinos colectivos y que trabajan desde cualquier ángulo para su logro.
Creemos honestamente, que con estos clamores no es suficiente y que sobre todo no pueden serlo todo.
Hacer un pasado de errores, ingenuidades, debilidades y mantener inconscientemente las motivaciones que las produjeron, es duro dentro nuestro, a menos que en un momento determinado puede fermentar y transformar todas nuestras buenas predisposiciones, en detrimento de las exigencias que el País nos reclama.
Nuestro mañana no puede ser una problemática histórica. Debe ser una seguridad absoluta y para que lo sea, es necesario desbrozar ahora mismo, el camino que lleva y prever la estructura necesaria para que, hasta donde sea humanamente previsible, este camino no esté nuevamente enzarzado.
Al plantear el problema en los términos ahora hechos, no sabríamos empezar, sino, haciendo un examen riguroso de conciencia, olvidando un poco nuestro historial clínico y viendo cuál es nuestro estado actual, qué remedios reclama y cómo salir, y cuáles son las articulaciones que hay que reforzar, porque en el esfuerzo que debemos exigirnos a nosotros mismos no nos fallen los pulmones, ni el pecho, ni el corazón, ni las piernas, ni el cerebro.
FALLOS Y DEFECTOS
Alguno de estos elementos ha fallado en determinados momentos históricos. Alguno o todos a la vez, pero ahora ya tenemos la experiencia y si queremos que no se repitan, no es suficiente con denunciar el mal. Hay que dar el ejemplo y señalar el esfuerzo y el sacrificio necesarios con el fin de dejar el camino libre y desbrozado.
Si señalamos responsabilidades y responsables, que quede bien entendido que no nos sentimos excluidos. Hoy no está nadie al margen de responsabilidades, todo el mundo tiene las suyas y nunca adoptaremos la actitud cómoda de la acusación o de la inhibición, por el miedo y la cobardía de no equivocarnos.
Sólo hace falta decir otra vez lo que ya hemos oído repetidamente. Pero, sin querer justificar toda la trayectoria de los últimos 40 años y sin que queramos excusar la migración de horizontes de los hombres que directamente y indirectamente han determinado los cambios históricos de la nuestra colectividad. Creemos que hay que tener en cuenta unas cuantas cosas que no se han puesto en evidencia y que es necesario reconocer que tienen importancia y han sido como el sustrato que las ha determinado en buena parte. Diremos, para no sembrar equívocos, que podemos hacer algunas acusaciones concretas, tal y como la falta de ambición nacional y de espíritu de sacrificio, posponer el interés personal o de clase a la conveniencia colectiva. Pero creemos que al juzgar aquellos eventos, no podemos dejar de considerar la situación anormal de nuestro País, despojado de todo atributo de autogobierno y del ejercicio y uso de las responsabilidades en las propias acciones y actitudes. Y aun, es necesario que no olvidemos la diferencia de perspectiva que forzosamente tienen todos los actos juzgados a distancia. Pero, todo ello, ha dejado de interesarnos en buena parte y consideramos tan inoperantes a quienes viven de los recuerdos y las glorias pasadas como los desengañados por los obstáculos y desaciertos actuales. Para nosotros es cuestión de fe, de convicciones, de conciencia. Es necesario que nos sintiéramos catalanes aunque no hubiéramos tenido el pasado histórico que poseemos, pero tengamos el coraje necesario para construir un porvenir lleno de dignidad y en la medida de nuestra personalidad nacional.
Poco depende de la Historia. Todo depende de nosotros. Pero, si queremos pasar un velo por encima de todo este período de los 40 años últimos, no queremos hacerlo sin sacar alguna consecuencia. Y es en este momento cuando tenemos que reconocer que algo esencial falla en ésta estructura que muestra tantos puntos débiles por los que generalmente se han escurrido los esfuerzos y afanes de alguna generación. Creo que es obligado de revisar el contenido que mueve la idea de recuperación nacional de todas las generaciones que nos han precedido y aun de los esfuerzos actuales que tienden hacia esta actitud irredentista. [Independentista]
UNA CONSTANTE: LOS INDIFERENTES
La existencia de núcleos indiferentes, pasivos, y de todos aquellos que integran las masas vegetativas, significa algo. No les justificamos ni defendemos. Remarcamos su persistencia durante todo nuestro proceso político y nos preguntamos cómo es posible que subsistan, cuando la fuerza de reivindicación nacional debe abarcar todo tipo de estamentos y nadie puede sentirse en el margen, puesto que ¿los beneficios deben llegar a todos?
No siempre podemos explicar el miedo y la cobardía, porque en éstos sesenta años de despertar político, hemos conocido períodos en los que podían manifestarse las actitudes más radicales. Y sin embargo, el fenómeno se ha producido igualmente. Solo en el breve período que va de los años 1931 al 1934, se produce la incorporación de contingentes de nueva raíz, pero aquellos años fueron de euforia y es fácil en momentos parecidos, de sumarse a la manada de los vencedores. Si este período hubiera tenido continuidad, el panorama hubiera cambiado. Habríamos tenido oportunidad suficientemente para ir superando deficiencias, pero necesitamos admitir las cosas tal y como han sucedido y llegar decididamente al fondo del problema. Y necesitamos ir forzados por otras circunstancias, por los hechos que van adquiriendo fuerza en el mundo y que tampoco pueden dejarnos indiferentes.
Cuando es la hora de buscar responsabilidades, es tarea fácil de inculpar a personas y organizaciones. Pero, a pesar de ver culpabilidades en buena parte de quienes directa o indirectamente han dirigido esta movilización o debían tener un puesto propiamente de dirigentes, creemos que la responsabilidad tiene mucho mayor alcance y que las causas se originan en hechos más profundos y sustanciales.
OLVIDO DE LA CUESTIÓN SOCIAL
El catalanismo nunca tuvo una auténtica preocupación social. Los problemas de la gente trabajadora de las ciudades y del campo, no merecieron toda la atención que requerían. Cabe decir que el catalanismo tuvo siempre una marcada tendencia conservadora. Eran los industriales, los comerciantes, los propietarios rurales [terratenientes] y con ellos la gente de iglesia, quienes representaban esa tendencia. Cabía y podía manifestarse en los estamentos de signo opuesto, pero estos estamentos no encontraron al hombre o los hombres que les condujeran. Ya tuvo cuidado el Estado de malmeter y desarticular todo aquello que tendía a desvelar las inquietudes de orden nacional, en los sectores más numerosos de nuestra comunidad.
No todas las contrariedades pueden ponerse en la cuenta de nuestros enemigos. Debemos reconocer que si la iniciativa partía de ellos, aquí encontraban un clima fácil, les dábamos buena parte del trabajo realizado. El egoísmo y los intereses privados eran lo suficientemente fuertes para acallar el peligro y dejar abandonados a nuestros obreros a manos de aquellos que decían defenderlos, pero que siempre terminaban por destruirlos. Y, si les hacían ineptos para una labor de reivindicación nacional, también les estropeaban orgánicamente y de eso se beneficiaron los balances de nuestra gente de la industria y del comercio.
¿Quién puede dudar de que los sectores conservadores contribuyeron mucho a desvelar a nuestra gente? Pero una operación es buena o mala en la totalidad de su ejecución y de la confrontación de activo y pasivo. Y si bien en el Principado [Se hace una interpretación discutible del termino jurídico del latín “principatus” que en el siglo XIV hacia referencia a los Condados de: El Rosellón (hoy francés), Barcelona, Gerona y Osona] se ganaron grandes batallas, hemos visto después como eran de superficiales y cómo estábamos faltos del sostenimiento y la base necesarios para superar o hacer imposibles situaciones que no habrían pasado si todo el mundo hubiera aportado la ayuda y decisión en el despertar de nuestra comunidad.
Toda la trayectoria del catalanismo es sinuosa y vacilante. Parece totalmente como si los hombres que se dan políticamente lo hicieran con una premeditación determinada y no llevan energía ni inteligencia para vitalizarlo, antes canalizan la fuerza incipiente en provecho de sus intereses privados y de clase. Debemos excluirlos y situar en lugar de honor a los que corresponde, hombres como Valentí Almirall Llozer, el Dr. Domènec Martí Julià y Enric Prat de la Riba Sarrà y todos aquellos que dieron contenido al movimiento político de reivindicación nacional. Éstos crearon la doctrina, el cuerpo viviente del País, y porque dieron a la comunidad su fe, entusiasmo, saber y energía, hoy les recordamos no como hombres que representan una tendencia o un matiz político, sino como verdaderos creadores del nuevo espíritu nacional y cuando volvemos a los caminos derechistas que confirieron al País conciencia de tal, les recordamos a ellos y no a aquellos que ganaron unas determinadas elecciones o una batalla política más o menos importante.
El camino era y sigue siendo el mismo: vitalizar todas y cada una de las raíces del árbol que habían dañado y querido destruir los vientos de poniente, que llegaron a desnudar la casi totalidad de los signos externos de diferenciación y que, en un momento determinado parecía que ya habían cambiado su esencia y daba frutos exóticos.
El catalanismo dio vida en este árbol, pero al ver el empuje que tomaban aquellas raíces, dormidas en el corazón de la tierra, no deja que la naturaleza siga su proceso normal y se desvirtúa la fuerza natural de esa cepa que se dispone a frutar los frutos que debe dar y sin embargo se quiere que éstos sean provechosos solo para unos. Se sacrifica la plenitud de esa acción vitalizadora. No son los hombres quienes sacrifican sus intereses. Son éstos quienes imperan por encima del interés colectivo y es posible llegar a hacer entender a la gente que catalanista es únicamente aquél que defiende la riqueza material del País y sigue las doctrinas de la iglesia oficial.
Será o no será esta la intención de quienes politizan el movimiento regionalista, pero es evidente que sus actitudes condenan a todos aquellos que no tienen fábricas a combatir sin sentir la necesidad de un director espiritual. Y tanto como dicen trabajar por la reivindicación del País, a la vez condenan a sus obreros a una vida de miseria y de humillaciones, alejan a nuestras masas trabajadoras de un movimiento político que las sacrifica, sin beneficio de la comunidad, sino en provecho del bienestar material de las clases económicamente dominantes.
Ocurre un descalabro. Y se produce porque nuestras masas trabajadoras sienten las sacudidas que ya comienzan a sacudir el mundo y en lugar de ver asociadas estas reivindicaciones progresistas sociales a las de carácter nacional, se ven postergados por aquellos que dicen representar la comunidad que ellos también integran. Y son voces extrañas, son fuerzas ajenas a nosotros y movilizadas para llevar al País la perturbación que dificulte su despertar, las que les hablan de sus problemas y les hacen promesas de dedicación y defensa. Nuestras clases burguesas se olvidan del País delante de los resultados de unos balances económicos, pero después pagarán a precios elevados ese bienestar y no sabrán encontrar otro responsable que el catalanismo, catalanismo que ellos mismos invalidaron para aquellos que perturbaban su egoísta tranquilidad.
Son muy graves estas responsabilidades que acabamos de señalar gravísimas por lo que representan de inhibición del sector más numeroso de nuestra colectividad, a su servicio y dedicación. Necesitamos examinar otros factores, porque si bien hay signos evidentes y prometedores de rectificación, incluso vemos que persisten obstinadamente en errores ya seculares, gente suficiente, digna, representativa o que creen todavía representar algo en este presente recluido o en el mañana liberador.
REIVINDICACION NACIONAL
Y que no parezca, que queremos excluir a nadie de lo que entendemos por comunidad, ni de los deberes que todos y cada uno de sus miembros tenemos para con el País. Entre nuestra gente abundan los católicos practicantes, y queremos para ellos el mismo respeto y la misma consideración que deben tener quienes no sigan estos principios religiosos, como tampoco es necesario creer que todo el mundo piense en una misma dirección social. Pero todos debemos ver bien claro que una reivindicación nacional no puede ser de derecha, izquierda o centro, religiosa o laica, sino todo lo contrario. Son todas estas tendencias las que deben tener una misma preocupación de orden nacional y renunciar a todo el que dentro de las propias actitudes tienda a desvirtuar y minimizar en el grado menor, la determinante nacional de nuestro pensamiento y nuestra acción.
La movilización política del País, que ha frutiferado en tantas y tantas características y matices, ha coincidido en un grave defecto esencial. Han intentado una virguería en lo alto de la cuerda política: pretender el equilibrio inestable que resulta de proclamar lo nacional y mantenerse subordinados en el carro desguazado del Estado.
La maniobra consistía en hacer creer que no podíamos huir del centro de gravedad peninsular, cuando en realidad no se daba a los programas políticos la fuerza inicial de desplazamiento necesaria para huir de esa órbita y vivir con absoluta independencia y responsabilidad en nuestros actos.
LAS ACTITUDES POSITIVAS
Con supeditación mental coarta la trayectoria política de nuestra colectividad, desvirtuando la teoría política del despertar nacional y supeditándola al triunfo de una misma tendencia o visión política en el interior peninsular. Ha sido y sigue siendo para muchos la política del anti: antimonárquicos, antirepublicanos, antifranquistas... cuando debía ser pro: proCatalunya, proPaïsos Catalans, proEuropa de las nacionalidades.
Se ha condenado por poco hábil o impolítica toda actitud radical y hasta ahora queda bien clara una cosa: que las actitudes contemporizadoras han fracasado todas y la maximalista [Extremista] todavía está por demostrar que sea inoperante y fallida.
Hay que poner otros valores encima de la mesa en esta revisión de nuestro pasado contemporáneo y de nuestra actuación presente. El fenómeno cultural de “el Renacimiento”, la vida intelectual de nuestro País y la nueva reconquista cultural en el período actual.
El primero dio origen al planteamiento político, la segunda nutrió decididamente las inquietudes y aspiraciones colectivas; por lo que actualmente parece vivir mucho más preocupada por los problemas intelectuales que por su vinculación con el problema esencial de la comunidad. Nuestro reencuentro se hace por la vía de la cultura, pero quedamos deslumbrados, que figuras eminentes de nuestra intelectualidad se consideran satisfechas con su aportación cultural, por no sentirse obligadas a hacer de la cultura y su prestigio una herramienta más al servicio del País.
Nuestros hombres de letras, como las células más sensibles de la comunidad, debían acusar constantemente la situación anormal del País. Debían ser como el agua que redime la tierra estéril y con su sazón, aportar el fruto de su sensibilidad vitalizadora. Hemos tenido grandes hombres dentro de nuestros escritores que han puesto su pluma al servicio de la política de reencuentro nacional y por tanto no queremos olvidar a ninguno de los que con su verbo han ganado militantes para el País. Pero sin embargo, ha existido una intención premeditada de dar un cuerpo especial y diferenciado entre la cultura y la movilización política y patriótica de la comunidad. El escritor, por el mero hecho de su creación de cara al público, es un dirigente en ciernes, es un vehículo de comunicación y esta comunicación y este vehículo no puede llevar otra carga que la situación anormal del País reclama para resolver sus problemas de supervivencia. Toda especulación intelectual fracasará si no resuelve previamente su razón particular de existencia, mientras el cuerpo que le ha de dar fuerza y personalidad no tenga asegurada su corporeidad y esté presente y visible para propios y extraños.
No queremos dejar asentado un panorama de desastres y calamidades que de lo contrario quedaría desmentido por unas realidades evidentes. Hemos querido analizar las razones que podían motivar el ritmo lento del proceso político que nos debe conducir a la madurez necesaria para reencontrar y reconstruir de nuevamente nuestra comunidad.
Hemos señalado el egoísmo de unos industriales, la ausencia de unos núcleos trabajadores, la pequeñez de ambición nacional de unos políticos y el espejismo de nuestros hombres de letras. Pero no podemos olvidar otro aspecto esencial y de gran trascendencia, que ha tenido una influencia decisiva en la vida del País: la vida en familia, la vida en el hogar.
HOGAREÑOS Y MEDIOCRIDAD
En el ambiente familiar no se respira la situación anormal del País, no se vive el inconformismo rebelde que vaya desvelando en nuestros hijos la sensibilidad y les dé conciencia de su condición de inferioridad de hombres apátridas y de País sin personalidad. Nuestro hogar es burgués, es como un caparazón con el que se ha querido aislar y defender una vida tranquila de la agitación y de la inquietud que se respira en el exterior. ¿Cuántas inhibiciones se han empollado alrededor de una mesa de comedor familiar? ¿Cuántos inconformismos de nuestra gente joven han topado con la incomprensión, con el egoísmo o la cobardía de sus progenitores?
Hay leyes, la del juicio, la de la tranquilidad, la del barrigacontentismo, que era sagrado de mantener y que ni en nombre de las necesidades del País ni de la ebullición natural de la gente joven, se podían alterar. Había una discriminación. Se podía alardear de un balance alterado, de unos impuestos soslayados, de unos pagos escamoteados, porque todo quedaba justificado tratándose del Estado que nos expolia y todo se comentaba con naturalidad y con una satisfacción pícara. La inmoralidad es flagrante. Por una ganancia material se puede correr el riesgo de enfrentarse con el Estado; por una cuestión de principios y de ética nacional sería una locura jugarse la paz de la familia. ¿Por qué tipo de escala de valores hemos ido descendiendo, hasta llegar a este maquiavelismo?
Es el juego de la doble personalidad, de las dos caras, de una medida para cada cosa y ésta, hecha a la medida de nuestras conveniencias. Somos de la manga ancha o estrecha, según convenga estratégicamente y todo esto no tendría mucha importancia si fuéramos una comunidad de vida normal. Pero los catalanes, que vivimos en régimen de excepción, no hace veinticinco años, sino dos siglos y medio, no podemos permitirnos el lujo de jugar con esta mezcla de principios que pueda excusarnos del cumplimiento de nuestros deberes sin que se alteren nuestra sensibilidad y nuestra conciencia.
LAS ENTIDADES LOCALES
En nuestro País [Refiriéndose solo a la región de cataluña], concretamente en el Principado, tienen lugar fenómenos variados. Hombres clarividentes proyectan su acción vitalizadora por caminos diversos y en múltiples actividades. Ven la fórmula de captación de grandes contingentes que llegan por estos diferentes caminos, a la enseñaza propia de la cuestión nacional.
Surgieron las agrupaciones excursionistas, el cooperativismo, las bandas musicales y los coros u orfeones, las agrupaciones de baile tradicional (sardana), el movimiento juvenil Scout [como alternativa a la O.J.E. que tenía precisamente un marcado signo miliciano-franquista]... Todas y cada una de estas actividades tenían una finalidad concreta. De varias formas, todas se esforzaron por arrancar del letargo parte del alma de un pueblo que aquellos hombres sentían vivamente e intuían como unos iluminados. Todas estas actividades fueron tomando vuelo. Nacen y crecen numerosas entidades que van extendiendo su acción por el País y cumpliendo la función propuesta. Pero diríamos que a medida que sus tentáculos se alargan, pierden bastante el nervio originario. No diremos que lo avandonan; sin embargo, más que hacer de su actividad un vehículo que conduce a una finalidad más elevada y ambiciosa, se desvían de la trayectoria prevista y se entregan de lleno a su actividad, por la propia actividad.
Así pues, los excursionistas hacen excursionismo puro, los cantores reviven las canciones, los danzantes las danzas, los BoyScouts escuchan el “escultismo” [Las enseñanzas sobre naturaleza y civismo] ... Pero limitándose cada vez un poco más en su dedicación a estas actividades más que a la función básica que les da vida. El árbol priva de ver el bosque y si bien nadie puede negar su sentimentalismo, han desorbitado su función y la liturgia ha desvirtuado el culto.
¿Qué es lo que motiva este fenómeno? ¿Por qué se diluyen los objetivos iniciales? Había que dar otro paso adelante y nos quedamos con la ilusión de la ganancia conseguida. Habría que jugar un poco más fuerte, adoptar una actitud más decidida, pero el riesgo que podría suponer nos mantiene en una posición conservadora de todo lo que nos hemos encontrado establecido. Hemos considerado el riesgo de perder lo que tenemos, en cambio lo hemos perdido frente a cualquiera circunstancia desfavorable, a pesar de nuestra sensatez y nuestra prudencia.
Éste es uno de nuestros grandes prejuicios. Nos hemos alabado y fiado excesivamente de nuestra sensatez, confundiendo esta calidad, casi nacional, con la prudencia, y para eso la cobardía. No hemos tenido sentido de la medida y hemos exagerado la cordura ante un riesgo visto con cristal de aumento. Nuestras ganancias nunca tendrán la categoría de tales si no tenemos la decisión de defenderlos, de fortalecerlos con firmeza consciente, aunque pueda parecer a veces más propia de locos y alucinados, que de gente decidida y heroica.
Planteémos el problema en todas sus consecuencias y sepamos afrontarlo. Para ello, será necesario comprender que no buscamos el riesgo, sino que nos lo imponen. Que la anormalidad y la ilegalidad del vivir al que nos condenan, no obedecen a nuestra condición anárquica y rebelde. Que el servilismo y la sumisión nunca han resuelto ningún problema de dignidad y que dolor físico de un latigazo siempre es más transitorio que la humillación y la vergüenza permanentes.
Nos ha fallado el coraje, pero no somos un pueblo incapacidad para tenerlo. Hemos aceptado una situación que todavía nos dejaba vivir y éste relajamiento nos ha anquilosado los miembros. Hay que desentumecerlos, excitar de nuevo todas nuestras funciones físicas. Vigorizando los miembros encontraremos el gozo de la propia vitalidad apartando la pusilanimidad de una existencia sin deleite ni ambiciones. Y no será necesario el milagro de una regeneración. Será necesaria la decisión de un núcleo que con su ejemplo señale una norma de actuación e ir trabajando en la conciencia de todos y esta conciencia será el signo inicial que despertará energías y nos dará la suficiente que ahora no tenemos.
A este estado de conciencia llegaremos por varios caminos. Planteándonos los problemas de hoy y los de mañana, deshaciendo mitos y malentendidos. Exigiéndonos y exigiendo a aquellos que por vocación o por espíritu se coloquen a nuestro lado político, que renuncien a visiones estrechas y estremecidas y entes prueben por lo menos la bondad y la sinceridad de sus principios, con el renunciar de sus ambiciones personales y materiales.
Estamos hartos de ver cómo se encubran personalismos, con acusaciones de individualismo de nuestro pueblo. No somos un pueblo individualista. Hemos dado y damos muchísimas pruebas de comunitarismo y ha habido voces suficientemente autorizadas que han proclamado este individualismo superficial como una actitud de autodefensa y no de un defecto consustancial. Siempre que hemos convocado a empresas colectivas, nuestro pueblo ha respondido con entusiasmo y colaboración, con un espíritu que ha convertido el pretexto en auténticas movilizaciones espirituales del País. Las actitudes reservadas y poco cálidas, las han adoptado aquellos que más obligados estaban a contribuir con su aportación personal y con lo que creen representar, pero cómo que en estas movilizaciones espirituales no había sitio para el lucimiento personal... se quedaban en casa.
No hay tal individualismo. Hay, eso sí, personalismos. Y contra éstos personalismos que han ahogado e impedido acciones provechosas, contra éstos personalismos necesitamos ser intransigentes y condenatorios inapelablemente. En aras de nada podríamos renunciar a los diferentes matices que debe poseer toda comunidad normalmente estructurada. Pero cuando es necesario construir un País, deben imponerse las coincidencias que ligan y proyectar las diferencias de pensamiento para cuando tengamos la posibilidad de aplicar las soluciones más beneficiosas y oportunas para ese País, que todavía no tenemos.
Sería trágico repetir de nuevo aquellos bizantinismos de una época determinada en qué se discutía si la escuela debía ser católica o laica, y todavía no tenemos escuela catalana.
Necesitamos una auténtica preocupación de orden nacional, de pueblo que quiere mandar y transformar nuestra mentalidad de oposición en una mentalidad constructiva y de gobierno. Nos han obligado a estar siempre enfrente o en contra de tantas cosas, que caemos en ese defecto oposicionista, aun en nuestros mismos problemas. Sepamos librarnos de quien nos obliga a estar en contra de, o anti esto, o anti aquello; para decidirnos a actuar permanentemente a favor de todo lo que nos lleve al propio reencuentro. Si verdaderamente aspiramos a gobernar y hablo en sentido geográficamente catalán necesitamos desterrar nuestra actitud de oposición sistemática. Porque estamos en la oposición únicamente por influencias territorialmente extranacionales y esto en el fondo es una subordinación a problemas que no debemos resolver nosotros y tampoco nos corresponde hacerlo.
Cómo no toleraríamos la presencia de fuerzas políticas extrañas, las cuales son las que están interesadas en mantener nuestras propias fuerzas políticas en lo que tan acertadamente se ha calificado de sucursalismo. Los halagos y las comprensiones son cantos de sirena a nuestro provincialismo, pero cuando hemos roto y menospreciado éste provincialismo se han terminado los enternecimientos epidérmicos y las comprensiones convencionales.
Debemos hacer tarea de conciencia nacional. Movilizar a nuestra gente por motivaciones que afecten a todos.Y cuando no tengamos al alcance algún motivo auténtico, inventémonos uno. Cualquier pretexto será bueno si lleva el sello y la intención electrizante que ponga en movimiento todos los recursos humanos del País. Aprovechar cualquier circunstancia, inventar cualquier cosa, esencialmente importante, para llevar esta acción vitalizadora al medio de la calle. Remover todo el País, desde Elche hasta Salses, desde Fraga hasta Mahón, pero no con acciones de pequeños núcleos, sino con objetivos de gran alcance.
Acciones que nos lleven hasta el militante anónimo y convertirse en militantes a aquéllos que no han sabido encontrar el camino de su incorporación activa. Los resultados serán doblemente beneficiosos. Surgirá el trabajo de equipo y ensancharemos el círculo. Los inhibidos y los indiferentes sentirán la vergüenza de su inhibición voluntaria. Y si les damos una oportunidad, salvaremos muchos del naufragio espiritual en el que viven.
Todo ello se convertirá en más consistencia y en la escala de valores humanos se ganará en virilidad. Será el momento en que todo el mundo comprenderá que la función de bailarín sardanista, músico de bandas, cantor de orfeones, excursionistas, BoyScout y toda la gama de actividades colectivas tiene una misión de servicio a la comunidad y no de gozo de la actividad para la actividad propia.
El sentimentalismo de nuestro pueblo, que como una embarcación frágil hemos visto escorarse tan irresponsablemente, en un sentido u otro, que ha sido explotado tantas veces en manifestaciones en masa y premeditadamente desorientadoras, es una fuerza en ciernes que tiene el valor de una fidelidad inconsciente, pero este enternecimiento de un momento determinado ha quedado desvanecido a continuación. Cloroformizados los sentimientos, esa masa ha olvidado fácilmente todo lo que había de positivo en el viento emocional, que por unos instantes hasta ha llegado a humedecerle los ojos.
Esta labor de creación de una conciencia nacional promoverá innumerables consecuencias. La más inmediata será la de creación de órganos institucionales, a los que todos otorgaremos validez y actividad. Tienen que ser estos órganos directivos, estas manifestaciones incipientes de autogobierno sin facultades específicamente reconocidas, pero con todo el valor moral que nosotros les sepamos dar, lo que recogerá la fuerza que dan los movimientos colectivos y los estados de conciencia, contra los que ninguna fuerza no es suficientemente poderosa. Habremos creado el aglutinante, ya nos sentiremos más responsables y sabremos que en medio de la tormenta hay un refugio seguro, que sabrá acogernos y dónde podremos refugiarnos, ofreciendo la fe de nuestros corazones y la fuerza de nuestros brazos.
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Resumiendo:
- Control político y económico de los medios de comunicación.
- Censura férrea de todo lo que pueda influir en la opinión pública. (Libros, revistas, canciones, discursos de personalidades con influencia social)
- Control total sobre los planes de educación y ocio de las nuevas generaciones. Sobre los libros de textos y materiales curriculares. Sobre el adoctrinamiento en las actividades lúdicas.
- Vigilancia de aquellos que educan a las nuevas generaciones. (Maestros, educadores, monitores de actividades lúdicas, Curas)
- Ejecución de un plan de reescritura de la historia, incluso mintiendo descaradamente sobre datos históricos comprobados, de forma que se refuercen los argumentos propios.
(*) Aviso a navegantes: Mi consideración del PP como partido lleno de corruptos no implica que tenga en mejor estima al PSOE, u otros partidos. De hecho pienso y lo repito constantemente, que el oficio de político es un ofico de parásitos mentirosos, cuya única ocupación es crear problemas a la sociedad en vez de solucionarlos.
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De hecho, nigún otro animal pone herraduras.
manugar- Mensajes : 1125
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Re: Necesaria sensatez
Bfff, Manu, menudo ladrillaco, lo único que te puedo decir es que estoy de acuerdo contigo en que en la educación catalana se cambia un poquito la historia y nos ponen a Rafael Casanova como un héroe cuando en realidad no fue así.
Tomb- Mensajes : 25800
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A manugar le gusta esta publicaciòn
Re: Necesaria sensatez
manugar escribió:A pesar de que intento no entrar en temas de política, sobretodo porque me parece que usar este foro para ello es un mirarse el ombligo que no tiene por qué interesar a personas de otros países, y porque los de aquí enseguida perdemos la objetividad y entendemos cualquier comentario como un ataque frontal a la propia madre, en vez de reflexionar sobre cómo ven la vida otros egos que no son el nuestro, estos días tengo que morderme los nudillos para no escribir acerca del espectáculo que nos ofrece el Partido Popular (*), otra vez.
Partido cuya “popularidad” creen, quienes le votan, proviene etimológicamente de defender los intereses del pueblo. Cuando la realidad es que son cada vez más “populares” (famosos) por su presencia continua en el banquillo de los acusados, en vez de por sus logros políticos.
Pero hoy no vengo a hablar de la actualidad inmediata, sino a exponer un ejemplo de como actos aparentemente intrancesdentes tienen una evolución que termina creando consecuencias graves. Y lo peor es que no aprendemos. Como dice el lema de nuestro amigo: “Tropezar una vez no es malo, encariñarse con la piedra sí.” Y parece que el humano normal no solo le toma cariño a la piedra que le hace caer, es que si no tropieza en un tiempo busca por los alrededores alguna piedra para ponerla en el camino y poder hacer tropezar a los que vienen detrás.
La historia de Ucrania no la conozco, así que no puedo opinar sobre ella, solo lamentar que se haga sufrir a personas inocentes. Pero sí conozco la historia de España y quiero traer a la memoria de quienes no lo saben, un acto que fue germen ideológico del retorcido complot urdido para conseguir en el horizonte de una o dos generaciones hacerse con el control de toda una región de España, Cataluña.
Pero antes de presentar la prueba me gustaría que los que no están ya alienados descubran la semejanza de la metodología propuesta aquí, con la usada por el demagogo: Joseph Goebbels, ministro de la Alemania nazi quien ejecutó los siguientes pasos para apropiarse del control intelectual y moral de toda una nación. Acciones concretas que contemplaron, por ejemplo: las falsificaciones de libros, artículos, e imágenes (fotos o pinturas retocadas) para engañar al pueblo y “conducirlo” hacia una verdad deformada. A saber:
- Control político y económico de los medios de comunicación.
- Censura férrea de todo lo que pueda influir en la opinión pública. (Libros, revistas, canciones, discursos de personalidades con influencia social)
- Control total sobre los planes de educación y ocio de las nuevas generaciones. Sobre los libros de textos y materiales curriculares. Sobre el adoctrinamiento en las actividades lúdicas.
- Vigilancia de aquellos que educan a las nuevas generaciones. (Maestros, educadores, monitores de actividades lúdicas, Curas)
- Ejecución de un plan de reescritura de la historia, incluso mintiendo descaradamente sobre datos históricos comprobados, de forma que se refuercen los argumentos propios.
- Ejecución de un plan de reescritura de una nueva Biblia acorde al movimiento (Institut zur Erforschung und Beseitigung des jüdischen Einflusses auf das deutsche kirchliche Leben) que convierta en enemigos a los que mantengan los dogmas espirituales anteriores.
Reconozco que de todos estos puntos me falta oir que Jesús o sus discípulos eran catalanes, pero no descarto ese paso en un futuro, ya que todos los demás puntos ya han sido puestos en práctica por la maquinaria separatista.
Y para aquellos que no crean mis palabras les invito a investigar sobre los políticos catalanes que han ido jalonando la política nacional española y cómo han ido favoreciendo la autonomía sobre la lengua, la educación, la justicia incluida la policía, responsabilidades que NO se han delegado en ninguna otra región española.
Muy clarificadora fue para mi, hace tiempo, leer la declaración de intenciones que uno de los ideólogos catalanes hizo en 1963 en unos “juegos florales catalanes” celebrados clandestinamente en Montevideo (Uruguay) donde se premió su manifiesto: “Per una consciència de país”.
Allí Joan Ballester instruía a sus correligionarios en cómo debían hacerse las cosas para conseguir un país catalán separado de España.
Voy a replicar aquí solo los primeros puntos de los 22 que tiene el texto completo, porque me parecen muy definitorios de la intención que tienen todos los pasos que han ido dando a lo largo de los años, los dirigentes catalanes, incluidos los mas recientes.
Además he tenido que currarme su traducción. Así que si alguien tiene interés en conocer el texto completo puede buscarlo y traducirlo, para satisfacer su curiosidad. En cualquier caso, para que nadie pueda decir que he sacado de contexto frases, voy a copiar los puntos enteros a sabiendas de que son muy largos y reiterativos.
Pero he puesto algunas mínimas ayudas para los lectores que no conocen el tema. En rojo aclaraciones mías. Y en negrita las frases mas reveladoras.
Per una consciència de país
Joan Ballester Canals (1913-1980)
Text honorat amb el Premi President de la Generalitat de Catalunya. Jocs Florals de la Llengua Catalana. Montevideo (Uruguai), 26 d’agost de 1963.
En el momento político de nuestro país [esto se escribió en 1963], van produciéndose hechos que reclaman y merecen la atención de todos aquellos suficientemente observadores y dispuestos al pulso de nuestra colectividad. Podríamos pensar en ese enfermo del que hace falta esperar más la recuperación de la propia vitalidad que de la terapéutica aplicada. Es un cuerpo al que se niega sistemáticamente los recursos científicos, que estimularían sus energías y activarían esta recuperación y al contrario le son inoculados microbios destructores en sus células vitales. Aunque su cuerpo ha resistido todo tipo de adversidades y a pesar de las llagas, bien visibles, se puede dictaminar con seguridad que ha pasado la crisis más peligrosa y que, a pesar de subsistir los focos de infección, que podrían convertirse en fatales en cualquier momento, haría falta un estado de optimismo y despreocupación para que los signos favorables pudieran adoptar derivaciones funestas.
Hay todavía signos externos que tienden a mejorar el clima ambiente y que en consecuencia, van a facilitar nuestra recuperación. Hoy todo es posible, hoy cualquier optimismo está justificado, a condición de que poseamos suficiente habilidad y decisión, y que sepamos aplicar en cada momento la dosis de uno y otro para ir ganando todo lo que se ponga a nuestro alcance, por evolución normal o por méritos propios.
Yo diría que son estos últimos los que más valor tienen, para que los méritos que sepamos contraer siempre sean positivos, y los otros, sin ellos, dejarán de ser un beneficio nuestro.
Varias voces se han levantado a través de conferencias y libros y en la ocasión de un discurso de sobremesa, clamando contra unas circunstancias, unos hechos pasados, más o menos pretéritos, y contra determinadas circunstancias y debilidades. Todo, pero con la mirada girada hacia atrás y con la buena intención de quitar la experiencia necesaria para no caer en los mismos errores. Loable intención la de todos estos que predican la rectificación de conducta, procedimientos y actitudes; que ejercen la labor de fiscalización de un pasado que todos estamos convencidos de que necesitamos mejorar, si es que honradamente pensamos en unos hitos firmemente arraigados en el corazón de todos los quienes tienen conciencia de nuestros destinos colectivos y que trabajan desde cualquier ángulo para su logro.
Creemos honestamente, que con estos clamores no es suficiente y que sobre todo no pueden serlo todo.
Hacer un pasado de errores, ingenuidades, debilidades y mantener inconscientemente las motivaciones que las produjeron, es duro dentro nuestro, a menos que en un momento determinado puede fermentar y transformar todas nuestras buenas predisposiciones, en detrimento de las exigencias que el País nos reclama.
Nuestro mañana no puede ser una problemática histórica. Debe ser una seguridad absoluta y para que lo sea, es necesario desbrozar ahora mismo, el camino que lleva y prever la estructura necesaria para que, hasta donde sea humanamente previsible, este camino no esté nuevamente enzarzado.
Al plantear el problema en los términos ahora hechos, no sabríamos empezar, sino, haciendo un examen riguroso de conciencia, olvidando un poco nuestro historial clínico y viendo cuál es nuestro estado actual, qué remedios reclama y cómo salir, y cuáles son las articulaciones que hay que reforzar, porque en el esfuerzo que debemos exigirnos a nosotros mismos no nos fallen los pulmones, ni el pecho, ni el corazón, ni las piernas, ni el cerebro.
FALLOS Y DEFECTOS
Alguno de estos elementos ha fallado en determinados momentos históricos. Alguno o todos a la vez, pero ahora ya tenemos la experiencia y si queremos que no se repitan, no es suficiente con denunciar el mal. Hay que dar el ejemplo y señalar el esfuerzo y el sacrificio necesarios con el fin de dejar el camino libre y desbrozado.
Si señalamos responsabilidades y responsables, que quede bien entendido que no nos sentimos excluidos. Hoy no está nadie al margen de responsabilidades, todo el mundo tiene las suyas y nunca adoptaremos la actitud cómoda de la acusación o de la inhibición, por el miedo y la cobardía de no equivocarnos.
Sólo hace falta decir otra vez lo que ya hemos oído repetidamente. Pero, sin querer justificar toda la trayectoria de los últimos 40 años y sin que queramos excusar la migración de horizontes de los hombres que directamente y indirectamente han determinado los cambios históricos de la nuestra colectividad. Creemos que hay que tener en cuenta unas cuantas cosas que no se han puesto en evidencia y que es necesario reconocer que tienen importancia y han sido como el sustrato que las ha determinado en buena parte. Diremos, para no sembrar equívocos, que podemos hacer algunas acusaciones concretas, tal y como la falta de ambición nacional y de espíritu de sacrificio, posponer el interés personal o de clase a la conveniencia colectiva. Pero creemos que al juzgar aquellos eventos, no podemos dejar de considerar la situación anormal de nuestro País, despojado de todo atributo de autogobierno y del ejercicio y uso de las responsabilidades en las propias acciones y actitudes. Y aun, es necesario que no olvidemos la diferencia de perspectiva que forzosamente tienen todos los actos juzgados a distancia. Pero, todo ello, ha dejado de interesarnos en buena parte y consideramos tan inoperantes a quienes viven de los recuerdos y las glorias pasadas como los desengañados por los obstáculos y desaciertos actuales. Para nosotros es cuestión de fe, de convicciones, de conciencia. Es necesario que nos sintiéramos catalanes aunque no hubiéramos tenido el pasado histórico que poseemos, pero tengamos el coraje necesario para construir un porvenir lleno de dignidad y en la medida de nuestra personalidad nacional.
Poco depende de la Historia. Todo depende de nosotros. Pero, si queremos pasar un velo por encima de todo este período de los 40 años últimos, no queremos hacerlo sin sacar alguna consecuencia. Y es en este momento cuando tenemos que reconocer que algo esencial falla en ésta estructura que muestra tantos puntos débiles por los que generalmente se han escurrido los esfuerzos y afanes de alguna generación. Creo que es obligado de revisar el contenido que mueve la idea de recuperación nacional de todas las generaciones que nos han precedido y aun de los esfuerzos actuales que tienden hacia esta actitud irredentista. [Independentista]
UNA CONSTANTE: LOS INDIFERENTES
La existencia de núcleos indiferentes, pasivos, y de todos aquellos que integran las masas vegetativas, significa algo. No les justificamos ni defendemos. Remarcamos su persistencia durante todo nuestro proceso político y nos preguntamos cómo es posible que subsistan, cuando la fuerza de reivindicación nacional debe abarcar todo tipo de estamentos y nadie puede sentirse en el margen, puesto que ¿los beneficios deben llegar a todos?
No siempre podemos explicar el miedo y la cobardía, porque en éstos sesenta años de despertar político, hemos conocido períodos en los que podían manifestarse las actitudes más radicales. Y sin embargo, el fenómeno se ha producido igualmente. Solo en el breve período que va de los años 1931 al 1934, se produce la incorporación de contingentes de nueva raíz, pero aquellos años fueron de euforia y es fácil en momentos parecidos, de sumarse a la manada de los vencedores. Si este período hubiera tenido continuidad, el panorama hubiera cambiado. Habríamos tenido oportunidad suficientemente para ir superando deficiencias, pero necesitamos admitir las cosas tal y como han sucedido y llegar decididamente al fondo del problema. Y necesitamos ir forzados por otras circunstancias, por los hechos que van adquiriendo fuerza en el mundo y que tampoco pueden dejarnos indiferentes.
Cuando es la hora de buscar responsabilidades, es tarea fácil de inculpar a personas y organizaciones. Pero, a pesar de ver culpabilidades en buena parte de quienes directa o indirectamente han dirigido esta movilización o debían tener un puesto propiamente de dirigentes, creemos que la responsabilidad tiene mucho mayor alcance y que las causas se originan en hechos más profundos y sustanciales.
OLVIDO DE LA CUESTIÓN SOCIAL
El catalanismo nunca tuvo una auténtica preocupación social. Los problemas de la gente trabajadora de las ciudades y del campo, no merecieron toda la atención que requerían. Cabe decir que el catalanismo tuvo siempre una marcada tendencia conservadora. Eran los industriales, los comerciantes, los propietarios rurales [terratenientes] y con ellos la gente de iglesia, quienes representaban esa tendencia. Cabía y podía manifestarse en los estamentos de signo opuesto, pero estos estamentos no encontraron al hombre o los hombres que les condujeran. Ya tuvo cuidado el Estado de malmeter y desarticular todo aquello que tendía a desvelar las inquietudes de orden nacional, en los sectores más numerosos de nuestra comunidad.
No todas las contrariedades pueden ponerse en la cuenta de nuestros enemigos. Debemos reconocer que si la iniciativa partía de ellos, aquí encontraban un clima fácil, les dábamos buena parte del trabajo realizado. El egoísmo y los intereses privados eran lo suficientemente fuertes para acallar el peligro y dejar abandonados a nuestros obreros a manos de aquellos que decían defenderlos, pero que siempre terminaban por destruirlos. Y, si les hacían ineptos para una labor de reivindicación nacional, también les estropeaban orgánicamente y de eso se beneficiaron los balances de nuestra gente de la industria y del comercio.
¿Quién puede dudar de que los sectores conservadores contribuyeron mucho a desvelar a nuestra gente? Pero una operación es buena o mala en la totalidad de su ejecución y de la confrontación de activo y pasivo. Y si bien en el Principado [Se hace una interpretación discutible del termino jurídico del latín “principatus” que en el siglo XIV hacia referencia a los Condados de: El Rosellón (hoy francés), Barcelona, Gerona y Osona] se ganaron grandes batallas, hemos visto después como eran de superficiales y cómo estábamos faltos del sostenimiento y la base necesarios para superar o hacer imposibles situaciones que no habrían pasado si todo el mundo hubiera aportado la ayuda y decisión en el despertar de nuestra comunidad.
Toda la trayectoria del catalanismo es sinuosa y vacilante. Parece totalmente como si los hombres que se dan políticamente lo hicieran con una premeditación determinada y no llevan energía ni inteligencia para vitalizarlo, antes canalizan la fuerza incipiente en provecho de sus intereses privados y de clase. Debemos excluirlos y situar en lugar de honor a los que corresponde, hombres como Valentí Almirall Llozer, el Dr. Domènec Martí Julià y Enric Prat de la Riba Sarrà y todos aquellos que dieron contenido al movimiento político de reivindicación nacional. Éstos crearon la doctrina, el cuerpo viviente del País, y porque dieron a la comunidad su fe, entusiasmo, saber y energía, hoy les recordamos no como hombres que representan una tendencia o un matiz político, sino como verdaderos creadores del nuevo espíritu nacional y cuando volvemos a los caminos derechistas que confirieron al País conciencia de tal, les recordamos a ellos y no a aquellos que ganaron unas determinadas elecciones o una batalla política más o menos importante.
El camino era y sigue siendo el mismo: vitalizar todas y cada una de las raíces del árbol que habían dañado y querido destruir los vientos de poniente, que llegaron a desnudar la casi totalidad de los signos externos de diferenciación y que, en un momento determinado parecía que ya habían cambiado su esencia y daba frutos exóticos.
El catalanismo dio vida en este árbol, pero al ver el empuje que tomaban aquellas raíces, dormidas en el corazón de la tierra, no deja que la naturaleza siga su proceso normal y se desvirtúa la fuerza natural de esa cepa que se dispone a frutar los frutos que debe dar y sin embargo se quiere que éstos sean provechosos solo para unos. Se sacrifica la plenitud de esa acción vitalizadora. No son los hombres quienes sacrifican sus intereses. Son éstos quienes imperan por encima del interés colectivo y es posible llegar a hacer entender a la gente que catalanista es únicamente aquél que defiende la riqueza material del País y sigue las doctrinas de la iglesia oficial.
Será o no será esta la intención de quienes politizan el movimiento regionalista, pero es evidente que sus actitudes condenan a todos aquellos que no tienen fábricas a combatir sin sentir la necesidad de un director espiritual. Y tanto como dicen trabajar por la reivindicación del País, a la vez condenan a sus obreros a una vida de miseria y de humillaciones, alejan a nuestras masas trabajadoras de un movimiento político que las sacrifica, sin beneficio de la comunidad, sino en provecho del bienestar material de las clases económicamente dominantes.
Ocurre un descalabro. Y se produce porque nuestras masas trabajadoras sienten las sacudidas que ya comienzan a sacudir el mundo y en lugar de ver asociadas estas reivindicaciones progresistas sociales a las de carácter nacional, se ven postergados por aquellos que dicen representar la comunidad que ellos también integran. Y son voces extrañas, son fuerzas ajenas a nosotros y movilizadas para llevar al País la perturbación que dificulte su despertar, las que les hablan de sus problemas y les hacen promesas de dedicación y defensa. Nuestras clases burguesas se olvidan del País delante de los resultados de unos balances económicos, pero después pagarán a precios elevados ese bienestar y no sabrán encontrar otro responsable que el catalanismo, catalanismo que ellos mismos invalidaron para aquellos que perturbaban su egoísta tranquilidad.
Son muy graves estas responsabilidades que acabamos de señalar gravísimas por lo que representan de inhibición del sector más numeroso de nuestra colectividad, a su servicio y dedicación. Necesitamos examinar otros factores, porque si bien hay signos evidentes y prometedores de rectificación, incluso vemos que persisten obstinadamente en errores ya seculares, gente suficiente, digna, representativa o que creen todavía representar algo en este presente recluido o en el mañana liberador.
REIVINDICACION NACIONAL
Y que no parezca, que queremos excluir a nadie de lo que entendemos por comunidad, ni de los deberes que todos y cada uno de sus miembros tenemos para con el País. Entre nuestra gente abundan los católicos practicantes, y queremos para ellos el mismo respeto y la misma consideración que deben tener quienes no sigan estos principios religiosos, como tampoco es necesario creer que todo el mundo piense en una misma dirección social. Pero todos debemos ver bien claro que una reivindicación nacional no puede ser de derecha, izquierda o centro, religiosa o laica, sino todo lo contrario. Son todas estas tendencias las que deben tener una misma preocupación de orden nacional y renunciar a todo el que dentro de las propias actitudes tienda a desvirtuar y minimizar en el grado menor, la determinante nacional de nuestro pensamiento y nuestra acción.
La movilización política del País, que ha frutiferado en tantas y tantas características y matices, ha coincidido en un grave defecto esencial. Han intentado una virguería en lo alto de la cuerda política: pretender el equilibrio inestable que resulta de proclamar lo nacional y mantenerse subordinados en el carro desguazado del Estado.
La maniobra consistía en hacer creer que no podíamos huir del centro de gravedad peninsular, cuando en realidad no se daba a los programas políticos la fuerza inicial de desplazamiento necesaria para huir de esa órbita y vivir con absoluta independencia y responsabilidad en nuestros actos.
LAS ACTITUDES POSITIVAS
Con supeditación mental coarta la trayectoria política de nuestra colectividad, desvirtuando la teoría política del despertar nacional y supeditándola al triunfo de una misma tendencia o visión política en el interior peninsular. Ha sido y sigue siendo para muchos la política del anti: antimonárquicos, antirepublicanos, antifranquistas... cuando debía ser pro: proCatalunya, proPaïsos Catalans, proEuropa de las nacionalidades.
Se ha condenado por poco hábil o impolítica toda actitud radical y hasta ahora queda bien clara una cosa: que las actitudes contemporizadoras han fracasado todas y la maximalista [Extremista] todavía está por demostrar que sea inoperante y fallida.
Hay que poner otros valores encima de la mesa en esta revisión de nuestro pasado contemporáneo y de nuestra actuación presente. El fenómeno cultural de “el Renacimiento”, la vida intelectual de nuestro País y la nueva reconquista cultural en el período actual.
El primero dio origen al planteamiento político, la segunda nutrió decididamente las inquietudes y aspiraciones colectivas; por lo que actualmente parece vivir mucho más preocupada por los problemas intelectuales que por su vinculación con el problema esencial de la comunidad. Nuestro reencuentro se hace por la vía de la cultura, pero quedamos deslumbrados, que figuras eminentes de nuestra intelectualidad se consideran satisfechas con su aportación cultural, por no sentirse obligadas a hacer de la cultura y su prestigio una herramienta más al servicio del País.
Nuestros hombres de letras, como las células más sensibles de la comunidad, debían acusar constantemente la situación anormal del País. Debían ser como el agua que redime la tierra estéril y con su sazón, aportar el fruto de su sensibilidad vitalizadora. Hemos tenido grandes hombres dentro de nuestros escritores que han puesto su pluma al servicio de la política de reencuentro nacional y por tanto no queremos olvidar a ninguno de los que con su verbo han ganado militantes para el País. Pero sin embargo, ha existido una intención premeditada de dar un cuerpo especial y diferenciado entre la cultura y la movilización política y patriótica de la comunidad. El escritor, por el mero hecho de su creación de cara al público, es un dirigente en ciernes, es un vehículo de comunicación y esta comunicación y este vehículo no puede llevar otra carga que la situación anormal del País reclama para resolver sus problemas de supervivencia. Toda especulación intelectual fracasará si no resuelve previamente su razón particular de existencia, mientras el cuerpo que le ha de dar fuerza y personalidad no tenga asegurada su corporeidad y esté presente y visible para propios y extraños.
No queremos dejar asentado un panorama de desastres y calamidades que de lo contrario quedaría desmentido por unas realidades evidentes. Hemos querido analizar las razones que podían motivar el ritmo lento del proceso político que nos debe conducir a la madurez necesaria para reencontrar y reconstruir de nuevamente nuestra comunidad.
Hemos señalado el egoísmo de unos industriales, la ausencia de unos núcleos trabajadores, la pequeñez de ambición nacional de unos políticos y el espejismo de nuestros hombres de letras. Pero no podemos olvidar otro aspecto esencial y de gran trascendencia, que ha tenido una influencia decisiva en la vida del País: la vida en familia, la vida en el hogar.
HOGAREÑOS Y MEDIOCRIDAD
En el ambiente familiar no se respira la situación anormal del País, no se vive el inconformismo rebelde que vaya desvelando en nuestros hijos la sensibilidad y les dé conciencia de su condición de inferioridad de hombres apátridas y de País sin personalidad. Nuestro hogar es burgués, es como un caparazón con el que se ha querido aislar y defender una vida tranquila de la agitación y de la inquietud que se respira en el exterior. ¿Cuántas inhibiciones se han empollado alrededor de una mesa de comedor familiar? ¿Cuántos inconformismos de nuestra gente joven han topado con la incomprensión, con el egoísmo o la cobardía de sus progenitores?
Hay leyes, la del juicio, la de la tranquilidad, la del barrigacontentismo, que era sagrado de mantener y que ni en nombre de las necesidades del País ni de la ebullición natural de la gente joven, se podían alterar. Había una discriminación. Se podía alardear de un balance alterado, de unos impuestos soslayados, de unos pagos escamoteados, porque todo quedaba justificado tratándose del Estado que nos expolia y todo se comentaba con naturalidad y con una satisfacción pícara. La inmoralidad es flagrante. Por una ganancia material se puede correr el riesgo de enfrentarse con el Estado; por una cuestión de principios y de ética nacional sería una locura jugarse la paz de la familia. ¿Por qué tipo de escala de valores hemos ido descendiendo, hasta llegar a este maquiavelismo?
Es el juego de la doble personalidad, de las dos caras, de una medida para cada cosa y ésta, hecha a la medida de nuestras conveniencias. Somos de la manga ancha o estrecha, según convenga estratégicamente y todo esto no tendría mucha importancia si fuéramos una comunidad de vida normal. Pero los catalanes, que vivimos en régimen de excepción, no hace veinticinco años, sino dos siglos y medio, no podemos permitirnos el lujo de jugar con esta mezcla de principios que pueda excusarnos del cumplimiento de nuestros deberes sin que se alteren nuestra sensibilidad y nuestra conciencia.
LAS ENTIDADES LOCALES
En nuestro País [Refiriéndose solo a la región de cataluña], concretamente en el Principado, tienen lugar fenómenos variados. Hombres clarividentes proyectan su acción vitalizadora por caminos diversos y en múltiples actividades. Ven la fórmula de captación de grandes contingentes que llegan por estos diferentes caminos, a la enseñaza propia de la cuestión nacional.
Surgieron las agrupaciones excursionistas, el cooperativismo, las bandas musicales y los coros u orfeones, las agrupaciones de baile tradicional (sardana), el movimiento juvenil Scout [como alternativa a la O.J.E. que tenía precisamente un marcado signo miliciano-franquista]... Todas y cada una de estas actividades tenían una finalidad concreta. De varias formas, todas se esforzaron por arrancar del letargo parte del alma de un pueblo que aquellos hombres sentían vivamente e intuían como unos iluminados. Todas estas actividades fueron tomando vuelo. Nacen y crecen numerosas entidades que van extendiendo su acción por el País y cumpliendo la función propuesta. Pero diríamos que a medida que sus tentáculos se alargan, pierden bastante el nervio originario. No diremos que lo avandonan; sin embargo, más que hacer de su actividad un vehículo que conduce a una finalidad más elevada y ambiciosa, se desvían de la trayectoria prevista y se entregan de lleno a su actividad, por la propia actividad.
Así pues, los excursionistas hacen excursionismo puro, los cantores reviven las canciones, los danzantes las danzas, los BoyScouts escuchan el “escultismo” [Las enseñanzas sobre naturaleza y civismo] ... Pero limitándose cada vez un poco más en su dedicación a estas actividades más que a la función básica que les da vida. El árbol priva de ver el bosque y si bien nadie puede negar su sentimentalismo, han desorbitado su función y la liturgia ha desvirtuado el culto.
¿Qué es lo que motiva este fenómeno? ¿Por qué se diluyen los objetivos iniciales? Había que dar otro paso adelante y nos quedamos con la ilusión de la ganancia conseguida. Habría que jugar un poco más fuerte, adoptar una actitud más decidida, pero el riesgo que podría suponer nos mantiene en una posición conservadora de todo lo que nos hemos encontrado establecido. Hemos considerado el riesgo de perder lo que tenemos, en cambio lo hemos perdido frente a cualquiera circunstancia desfavorable, a pesar de nuestra sensatez y nuestra prudencia.
Éste es uno de nuestros grandes prejuicios. Nos hemos alabado y fiado excesivamente de nuestra sensatez, confundiendo esta calidad, casi nacional, con la prudencia, y para eso la cobardía. No hemos tenido sentido de la medida y hemos exagerado la cordura ante un riesgo visto con cristal de aumento. Nuestras ganancias nunca tendrán la categoría de tales si no tenemos la decisión de defenderlos, de fortalecerlos con firmeza consciente, aunque pueda parecer a veces más propia de locos y alucinados, que de gente decidida y heroica.
Planteémos el problema en todas sus consecuencias y sepamos afrontarlo. Para ello, será necesario comprender que no buscamos el riesgo, sino que nos lo imponen. Que la anormalidad y la ilegalidad del vivir al que nos condenan, no obedecen a nuestra condición anárquica y rebelde. Que el servilismo y la sumisión nunca han resuelto ningún problema de dignidad y que dolor físico de un latigazo siempre es más transitorio que la humillación y la vergüenza permanentes.
Nos ha fallado el coraje, pero no somos un pueblo incapacidad para tenerlo. Hemos aceptado una situación que todavía nos dejaba vivir y éste relajamiento nos ha anquilosado los miembros. Hay que desentumecerlos, excitar de nuevo todas nuestras funciones físicas. Vigorizando los miembros encontraremos el gozo de la propia vitalidad apartando la pusilanimidad de una existencia sin deleite ni ambiciones. Y no será necesario el milagro de una regeneración. Será necesaria la decisión de un núcleo que con su ejemplo señale una norma de actuación e ir trabajando en la conciencia de todos y esta conciencia será el signo inicial que despertará energías y nos dará la suficiente que ahora no tenemos.
A este estado de conciencia llegaremos por varios caminos. Planteándonos los problemas de hoy y los de mañana, deshaciendo mitos y malentendidos. Exigiéndonos y exigiendo a aquellos que por vocación o por espíritu se coloquen a nuestro lado político, que renuncien a visiones estrechas y estremecidas y entes prueben por lo menos la bondad y la sinceridad de sus principios, con el renunciar de sus ambiciones personales y materiales.
Estamos hartos de ver cómo se encubran personalismos, con acusaciones de individualismo de nuestro pueblo. No somos un pueblo individualista. Hemos dado y damos muchísimas pruebas de comunitarismo y ha habido voces suficientemente autorizadas que han proclamado este individualismo superficial como una actitud de autodefensa y no de un defecto consustancial. Siempre que hemos convocado a empresas colectivas, nuestro pueblo ha respondido con entusiasmo y colaboración, con un espíritu que ha convertido el pretexto en auténticas movilizaciones espirituales del País. Las actitudes reservadas y poco cálidas, las han adoptado aquellos que más obligados estaban a contribuir con su aportación personal y con lo que creen representar, pero cómo que en estas movilizaciones espirituales no había sitio para el lucimiento personal... se quedaban en casa.
No hay tal individualismo. Hay, eso sí, personalismos. Y contra éstos personalismos que han ahogado e impedido acciones provechosas, contra éstos personalismos necesitamos ser intransigentes y condenatorios inapelablemente. En aras de nada podríamos renunciar a los diferentes matices que debe poseer toda comunidad normalmente estructurada. Pero cuando es necesario construir un País, deben imponerse las coincidencias que ligan y proyectar las diferencias de pensamiento para cuando tengamos la posibilidad de aplicar las soluciones más beneficiosas y oportunas para ese País, que todavía no tenemos.
Sería trágico repetir de nuevo aquellos bizantinismos de una época determinada en qué se discutía si la escuela debía ser católica o laica, y todavía no tenemos escuela catalana.
Necesitamos una auténtica preocupación de orden nacional, de pueblo que quiere mandar y transformar nuestra mentalidad de oposición en una mentalidad constructiva y de gobierno. Nos han obligado a estar siempre enfrente o en contra de tantas cosas, que caemos en ese defecto oposicionista, aun en nuestros mismos problemas. Sepamos librarnos de quien nos obliga a estar en contra de, o anti esto, o anti aquello; para decidirnos a actuar permanentemente a favor de todo lo que nos lleve al propio reencuentro. Si verdaderamente aspiramos a gobernar y hablo en sentido geográficamente catalán necesitamos desterrar nuestra actitud de oposición sistemática. Porque estamos en la oposición únicamente por influencias territorialmente extranacionales y esto en el fondo es una subordinación a problemas que no debemos resolver nosotros y tampoco nos corresponde hacerlo.
Cómo no toleraríamos la presencia de fuerzas políticas extrañas, las cuales son las que están interesadas en mantener nuestras propias fuerzas políticas en lo que tan acertadamente se ha calificado de sucursalismo. Los halagos y las comprensiones son cantos de sirena a nuestro provincialismo, pero cuando hemos roto y menospreciado éste provincialismo se han terminado los enternecimientos epidérmicos y las comprensiones convencionales.
Debemos hacer tarea de conciencia nacional. Movilizar a nuestra gente por motivaciones que afecten a todos.Y cuando no tengamos al alcance algún motivo auténtico, inventémonos uno. Cualquier pretexto será bueno si lleva el sello y la intención electrizante que ponga en movimiento todos los recursos humanos del País. Aprovechar cualquier circunstancia, inventar cualquier cosa, esencialmente importante, para llevar esta acción vitalizadora al medio de la calle. Remover todo el País, desde Elche hasta Salses, desde Fraga hasta Mahón, pero no con acciones de pequeños núcleos, sino con objetivos de gran alcance.
Acciones que nos lleven hasta el militante anónimo y convertirse en militantes a aquéllos que no han sabido encontrar el camino de su incorporación activa. Los resultados serán doblemente beneficiosos. Surgirá el trabajo de equipo y ensancharemos el círculo. Los inhibidos y los indiferentes sentirán la vergüenza de su inhibición voluntaria. Y si les damos una oportunidad, salvaremos muchos del naufragio espiritual en el que viven.
Todo ello se convertirá en más consistencia y en la escala de valores humanos se ganará en virilidad. Será el momento en que todo el mundo comprenderá que la función de bailarín sardanista, músico de bandas, cantor de orfeones, excursionistas, BoyScout y toda la gama de actividades colectivas tiene una misión de servicio a la comunidad y no de gozo de la actividad para la actividad propia.
El sentimentalismo de nuestro pueblo, que como una embarcación frágil hemos visto escorarse tan irresponsablemente, en un sentido u otro, que ha sido explotado tantas veces en manifestaciones en masa y premeditadamente desorientadoras, es una fuerza en ciernes que tiene el valor de una fidelidad inconsciente, pero este enternecimiento de un momento determinado ha quedado desvanecido a continuación. Cloroformizados los sentimientos, esa masa ha olvidado fácilmente todo lo que había de positivo en el viento emocional, que por unos instantes hasta ha llegado a humedecerle los ojos.
Esta labor de creación de una conciencia nacional promoverá innumerables consecuencias. La más inmediata será la de creación de órganos institucionales, a los que todos otorgaremos validez y actividad. Tienen que ser estos órganos directivos, estas manifestaciones incipientes de autogobierno sin facultades específicamente reconocidas, pero con todo el valor moral que nosotros les sepamos dar, lo que recogerá la fuerza que dan los movimientos colectivos y los estados de conciencia, contra los que ninguna fuerza no es suficientemente poderosa. Habremos creado el aglutinante, ya nos sentiremos más responsables y sabremos que en medio de la tormenta hay un refugio seguro, que sabrá acogernos y dónde podremos refugiarnos, ofreciendo la fe de nuestros corazones y la fuerza de nuestros brazos.
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Resumiendo:
- Control político y económico de los medios de comunicación.
- Censura férrea de todo lo que pueda influir en la opinión pública. (Libros, revistas, canciones, discursos de personalidades con influencia social)
- Control total sobre los planes de educación y ocio de las nuevas generaciones. Sobre los libros de textos y materiales curriculares. Sobre el adoctrinamiento en las actividades lúdicas.
- Vigilancia de aquellos que educan a las nuevas generaciones. (Maestros, educadores, monitores de actividades lúdicas, Curas)
- Ejecución de un plan de reescritura de la historia, incluso mintiendo descaradamente sobre datos históricos comprobados, de forma que se refuercen los argumentos propios.
(*) Aviso a navegantes: Mi consideración del PP como partido lleno de corruptos no implica que tenga en mejor estima al PSOE, u otros partidos. De hecho pienso y lo repito constantemente, que el oficio de político es un ofico de parásitos mentirosos, cuya única ocupación es crear problemas a la sociedad en vez de solucionarlos.
Hola Manugar, hay tantos temas metidos en tu mensaje que aunque estoy totalmente
de acuerdo con la explicacion de algunos, otros no llego a digerirlos, pero si me quedo con el origen del hilo que era la incipiente sensatez que empieza a llegar al lado oscuro del independentismo catalan que avivo y animo un tal Torra que por desobediencia a las leyes, fue multado e inabilitado por una sentencia judiclal.
Y es que no puede haber una ocnstante beligerancia contra un Rey que al fin y al cabo hizo lo que la Constitucion le pedia, dio la cara, y eso parece que ahora, las mentes calenturientas del independetismo lo estan viendo, porque las arengas contra el rey ya no tienen futuro, o no tanto como tenia hace unos años.
La continua y persitente confrontacion no es buena para nadie, o sera que estan viendo como el tejido industrial catalan, su nivel de progreso, la huida y cierre de grandes firmas con el traslado de sedes, y el relevo que esta cogiendo Madrid, les hace reflexionar, y practicos como han sido siempre los catalanes, reflexionaran y decidiran que los acuerdos son mas beneficosos que la confrobntacion constante hacia la realeza que juega un papel imprtante en la observancia del panorama territorial.
Saludos
Última edición por daniel el Dom 27 Feb - 16:42, editado 2 veces
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Re: Necesaria sensatez
Tomb escribió:Bfff, Manu, menudo ladrillaco, lo único que te puedo decir es que estoy de acuerdo contigo en que en la educación catalana se cambia un poquito la historia y nos ponen a Rafael Casanova como un héroe cuando en realidad no fue así.
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daniel- Mensajes : 2504
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Re: Necesaria sensatez
Tomb escribió:Bfff, Manu, menudo ladrillaco, lo único que te puedo decir es que estoy de acuerdo contigo en que en la educación catalana se cambia un poquito la historia y nos ponen a Rafael Casanova como un héroe cuando en realidad no fue así.
Jejejeje, "ladrillaco" obligado porque no podía permitirme el lujo de presentar solo los argumentos basícos, para que luego se dijera que estaban tergiversados y sacados de contexto.
Desde mi punto de vista pacifista y conciliador, el manifiesto completo se puede poner en boca de cualquier déspota o dictador, pasado o actual, y es creible en su discurso habitual.
Lo que más me horroriza de él es su perversa y totalmente intencionada forma de lavar el cerebro a las nuevas generaciones. Podría llegar a comprender que se quisiera dar una versión diferente de la historia “oficial” con fines de abrir el discernimiento de los jóvenes, pero ¿generar artificialmente un odio visceral hacia los vecinos?. “España nos oprime, nos roba.” Esa es una técnica ancestral de xenofobia, que siempre ha terminado en conflictos graves.
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manugar- Mensajes : 1125
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Re: Necesaria sensatez
Necesaria sensatez....
¡Cuánta manipulación en el independentismo catalán!, ¿verdad?
En el Estado demócratico español, ¿ni manipulaciones, ni conspiraciones, ni fabricación de escándalos?
'Las cloacas de Interior' (Incluye video)
https://www.eulixe.com/video/viral/cloacas-interior/20200817195721020420.html
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gabin- Mensajes : 3786
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Re: Necesaria sensatez
Muchas gracias Gabín por ofrecer otro ejemplo de corruptela en el gobierno. Veré el documental y valoraré si habla con objetividad. Porque se olvida con mucha frecuencia, que en los órganos de poder de la nación hay elementos DE TODAS las regiones, también catalanes. Y claro confundir la corrupción de los que ostentan el poder, con la calidad humana de todos es una muestra de que el proyecto que pusieron en marcha en los '60 los separatistas ha funcionado.
Una pena... una pena.
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manugar- Mensajes : 1125
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Re: Necesaria sensatez
manugar escribió:Muchas gracias Gabín por ofrecer otro ejemplo de corruptela en el gobierno. Veré el documental y valoraré si habla con objetividad. Porque se olvida con mucha frecuencia, que en los órganos de poder de la nación hay elementos DE TODAS las regiones, también catalanes. Y claro confundir la corrupción de los que ostentan el poder, con la calidad humana de todos es una muestra de que el proyecto que pusieron en marcha en los '60 los separatistas ha funcionado.
Una pena... una pena.
No se que proyecto pusieron en marcha en los 60, en esos años solo habia dictadura pura y dura, y un éxodo de españoles hacia la emigración. Puede que hayas querido
decir los ´80, que fue cuando se fue modelando la Transición, pues hacía cinco años que el dictador habia muerto y habia, hubo al final cambios liderado por el valiente Suárez.
Saludos
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daniel- Mensajes : 2504
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Re: Necesaria sensatez
daniel escribió:No se que proyecto pusieron en marcha en los 60, en esos años solo habia dictadura pura y dura, y un éxodo de españoles hacia la emigración. Puede que hayas querido
decir los ´80, que fue cuando se fue modelando la Transición, pues hacía cinco años que el dictador habia muerto y habia, hubo al final cambios liderado por el valiente Suárez.
Saludos
Curiosa afirmación la tuya Daniel, cuando acabas de hacer copy/paste del “ladrillaco” donde un ideólogo separatista en 1963 instruye a los suyos públicamente en cómo conseguir el separatismo.
No habla de defender la democracia frente a la dictadura, habla bien claro de separar el “país” catalán. Y digo yo que esa idea no se le ocurrió la noche de antes, ni a él solo.
Puede que para ti los viajes empiecen cuando ya llevas 20 minutos circulando con el coche, pero para mi empiezan cuando sentados en el salón se decide dónde vamos a ir, por cuál carretera y con qué equipaje.
¡Simplemente son formas distintas de ver las cosas!
Sí Daniel he dicho los ’60, de igual manera que por aquél entonces se creó ETA (1959) y no empezaron a matar hasta unos años mas tarde.
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manugar- Mensajes : 1125
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