Todos los árboles son iguales

                             TODOS LOS ÁRBOLES SON IGUALES


Me refiero con esta frase a la noticia que vengo leyendo estos días en los periódicos que dice que más de cuarenta bolataires, buscadores de setas, se han perdido este fin de semana por entre los bosques pre pirenaicos. A pesar de conocer toda esta zona de Manresa, Berga, Solsona Guardiola de Berga, la Ile del illet y casi todos los pueblos de más allá del túnel del Cadi.

Nunca me he aventurado en arriesgarme en estas  recolectas y selectivas de tan ricos frutos silvestres. Aun así, una vez me perdí y sé lo que se siente y lo mal que se pasa, aunque fue cerca, en Guardiola de Berga, el primer o último pueblo antes y después de entrar en el túnel del Cadí.

Andaba yo con mi cesto de mimbre recogiendo ufano y con alegría todas las setas que se cruzaban en mi camino, cuando estando a rebosar esta, me puse a desandar lo recorrido de forma que me desorienté, de tal forma, que no sabía para dónde tirar porque además, a cada paso la maleza que me rodeaba se hacía más espesa e impenetrable. Aunque una lógica simple me salvo, pensando no sin razón que si habíamos Subido montaña arriba el Mar quedaba abajo y seguir para arriba era ir hacia lo desconocido, así que opté por hacer caso de mi intuición, y seguir bajando hasta que me oriente siguiendo el ruido del tráfico de la cercana carretera, esa tan concurrida por la que viajan desde los andorranos que se bajan a la Cataluña profunda, los domingueros excursionistas, los boletareis aficionados., gentes de todos los pueblos vecinos, y hasta los contrabandistas del antiguo negocio del tabaco y el licor andorrano, antes que nos hiciéramos socios de la U:E. pronto llegué derrengado y exhausto al punto de encuentro de los coches aparcados.

Allí me esperaban un poco extrañados por mi tardanza, mis experimentados Amigos seteros junto a sus repletas cestas del fruto otoñal, que cogiéndome la canasta, empezaron a coger las setas de una en una y después de mirar cada bolets, decir esta no vale, esta tampoco... ni esta. . .ni la otra. Y así hasta que solo me dejaron en la cesta, una pobre, triste y solitaria seta en la cesta.

En un arranque de ira, de la patada que le pegué al cesto, este desapareció en el aire, así que tras mandarlos a hacer puñetas, a los expertos boletaries que me habían acompañado, me marché desquitándome unos kilómetros mas abajo, cerca ya de Berga de mi susto y decepción, en un merendero de carretera, metiéndome entre pecho y espalda una buena ración de bolets salteados.

No somos na. Saludos  [/b]

Con lo fácil que es comprarlos en el súper...

Jajajaja, te estoy imaginando dándole la patada al cesto.