Cuando el problema es Eurovisión...

Que el asesino Covid aún merodea entre nosotros, es innegable; que su estancia, maldita, ha ocasionado mucho dolor, vemos su huella; y que la economía, fuente de nuestro bienestar, también la ha perjudicado, no hace falta que lo diga.

Es verdad que hay una parte, creo que minúscula, pero ruidosa, de nuestra sociedad, insolidaria como son los negacionistas, que ponen palos en todas las ruedas del avance, pero así estamos hechos los humanos y así hemos de soportarnos.

Pero lo que no entiendo es que aquellas personas, los que se llaman a sí mismos políticos, y que nosotros, quizás por debilidad y falta de ganas de investigarlos como son, o porque necesitaríamos más escrúpulos antes de darles el gobierno del timón de la nave, les damos apoyos, y con ellos fueros, privilegios, dineros y mando. Y cuando rodeados estamos de tantos problemas, que ellos debieran ser los primeros en trabajar para solucionarlos, se enzarzan en discusiones bobas, o idioteces, como es si una canción debiera ir en vez de otra a un Festival, en ocasiones hortera en su concepto, y que no resuelve nada si acude Juan a representarnos o Perico el de los Palotes.

¿Verdaderamente creen ellos que les pagamos para hacer los tontos? ¿Verdaderamente creen ellos que los tontos somos nosotros que, ante sus ineptitudes y falta de imaginación y esfuerzo para solventar los problemas, crean estos de artificio para ocultar los realmente necesarios? Sí, ellos son así, y, por desgracia, también nosotros. Es preciso trabajar desde nuestra atalaya, para un día verlos partir hacia la lejanía y que no aparezcan de nuevo por el horizonte, y en su puesto coloquemos gente de valía, que la hay, que sí la tenemos, pero desgraciadamente al menor intento de entrar en sus guaridas, los eliminan. Analicémoslos bien; que no sea la política, ya nunca más, la entrada a vividores y arribistas para llenarse sus billeteras únicamente.

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