El día que vi a alguien reírse
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El día que vi a alguien reírse
Resido actual y ocasionalmente en un municipio, pueblo o ciudad según el número de habitantes en la cual cada día, vivo sin vivir en mí por qué cada día pasa siento y veo que algo raro tiene la gente de aquí, y hasta creo que es el sitio del país más triste y lóbrego, de gente apática, sería malhumorada y malasombra. En el tiempo que llevo por sus calles no he visto a nadie sonreír, y mucho menos reírse a mandíbula batiente.
Pienso que hasta cuando dan un programa de humor por la tele, lo quitan. Es una exageración de lo triste que es esto, y a veces me apuesto yo mismo a encontrar a alguien que al menos se sonría, pero no hay manera, y dicen que el que se atreve a contar un chiste, lo agreden y lo expulsan del pueblo. Por eso por ese mal ambiente que flota en el aire como algo maléfico, se me ocurrió esta historia
EL DÍA QUE VI A ALGUIEN REÍRSE
Estaba en el andén de enfrente de la línea de Metro que pensaba coger. Pero aquella persona que se encontraba en línea directa a donde me encontraba se sonreía, y a veces, hasta se reía, ella sola, pero lo hacía a escondidas, tapándose como podía la boca y la cara, temeroso de que alguien, o que las cámaras de vigilancia del andén lo descubrieran.
Reírse era extraño, pues aquello de la risa era algo desconocido y raro, y hacía muchos años que no se conocía en los humanos, y por su rareza hasta se llegó a dictaminar, para quienes lo padecían, como del síndrome de ”conducta imprevisible”, y de que aquella extraña forma de comportarse, aquellos rictus que deformaban las facciones de la cara, eran o parecían como de una rara enfermedad cercana a la esquizofrenia. Pero era tan difícil encontrar a alguien con aquella anómala rareza de exaltación emocional que me propuse seguirle para preguntarle a qué se debía el haber contraído el síndrome de”conducta imprevisible.
Aligere el paso, subí las escaleras y en segundos me puse en el andén contrario cuando aún no había llegado el tren. Junto al hombre que no se había percatado de mi curiosidad, observaba como los efectos de su enfermedad le eran imposible de evitar. Receloso de que nadie advirtiera esa risa, el hombre seguía mirando con miedo a las cámaras, y a todo aquel que pasara por su lado. Una vez en la calle pude abordarlo para con actitud servicial preguntarle si se encontraba mal, o si podría ayudarle. El hombre me miro con temor, contestando que no, que estaba bien, pero insistí.
.-Ud. Está enfermo porque le he visto que hace tiempo está padeciendo los efectos de la”conducta imprevisible” y sabe que hay que comunicarlo para que esté mal no se extienda.-
Dije, mostrando una actitud amigable. El hombre se asustó aún más y me rogó que no levantar la voz, y que sin desearlo a veces, le venían esos brotes extraños por algo que recordaba, y que lo encontraba gracioso.
.- Pero ha consultado a su médico.-
Interrogue.
. - N0 lo sé y estoy muy preocupado.- Aun así seguía padeciendo los espasmos de todo el camino y continuaba con sus muecas de risa, tanto que de lo evidentes que resultaban para los demás paseantes, era peligroso seguir a su lado por el contagio y a que alguien lo observara y lo denunciara como así paso.
La vendedora de periódicos del puesto cercano se fijo en él y rápidamente llamo a los servicios de urgencias que en segundos llegaron hasta junto a nosotros y sin decir palabras nos metieron en la ambulancia. Y hoy estoy contagiado, enfermo crónico de lo que llaman risa. Me rio por nada, de todo, me carcajeo a la menor ocasión, me duele todo el cuerpo de la risa, y hasta cuando me miro al espejo me rio de mi mismo. La gente me rehúye, me temen, creen que soy peligroso, y hasta mi familia me mira con recelos
Se que estoy muy enfermo, muy grave y que moriré riéndome.
Saludos
Pienso que hasta cuando dan un programa de humor por la tele, lo quitan. Es una exageración de lo triste que es esto, y a veces me apuesto yo mismo a encontrar a alguien que al menos se sonría, pero no hay manera, y dicen que el que se atreve a contar un chiste, lo agreden y lo expulsan del pueblo. Por eso por ese mal ambiente que flota en el aire como algo maléfico, se me ocurrió esta historia
EL DÍA QUE VI A ALGUIEN REÍRSE
Estaba en el andén de enfrente de la línea de Metro que pensaba coger. Pero aquella persona que se encontraba en línea directa a donde me encontraba se sonreía, y a veces, hasta se reía, ella sola, pero lo hacía a escondidas, tapándose como podía la boca y la cara, temeroso de que alguien, o que las cámaras de vigilancia del andén lo descubrieran.
Reírse era extraño, pues aquello de la risa era algo desconocido y raro, y hacía muchos años que no se conocía en los humanos, y por su rareza hasta se llegó a dictaminar, para quienes lo padecían, como del síndrome de ”conducta imprevisible”, y de que aquella extraña forma de comportarse, aquellos rictus que deformaban las facciones de la cara, eran o parecían como de una rara enfermedad cercana a la esquizofrenia. Pero era tan difícil encontrar a alguien con aquella anómala rareza de exaltación emocional que me propuse seguirle para preguntarle a qué se debía el haber contraído el síndrome de”conducta imprevisible.
Aligere el paso, subí las escaleras y en segundos me puse en el andén contrario cuando aún no había llegado el tren. Junto al hombre que no se había percatado de mi curiosidad, observaba como los efectos de su enfermedad le eran imposible de evitar. Receloso de que nadie advirtiera esa risa, el hombre seguía mirando con miedo a las cámaras, y a todo aquel que pasara por su lado. Una vez en la calle pude abordarlo para con actitud servicial preguntarle si se encontraba mal, o si podría ayudarle. El hombre me miro con temor, contestando que no, que estaba bien, pero insistí.
.-Ud. Está enfermo porque le he visto que hace tiempo está padeciendo los efectos de la”conducta imprevisible” y sabe que hay que comunicarlo para que esté mal no se extienda.-
Dije, mostrando una actitud amigable. El hombre se asustó aún más y me rogó que no levantar la voz, y que sin desearlo a veces, le venían esos brotes extraños por algo que recordaba, y que lo encontraba gracioso.
.- Pero ha consultado a su médico.-
Interrogue.
. - N0 lo sé y estoy muy preocupado.- Aun así seguía padeciendo los espasmos de todo el camino y continuaba con sus muecas de risa, tanto que de lo evidentes que resultaban para los demás paseantes, era peligroso seguir a su lado por el contagio y a que alguien lo observara y lo denunciara como así paso.
La vendedora de periódicos del puesto cercano se fijo en él y rápidamente llamo a los servicios de urgencias que en segundos llegaron hasta junto a nosotros y sin decir palabras nos metieron en la ambulancia. Y hoy estoy contagiado, enfermo crónico de lo que llaman risa. Me rio por nada, de todo, me carcajeo a la menor ocasión, me duele todo el cuerpo de la risa, y hasta cuando me miro al espejo me rio de mi mismo. La gente me rehúye, me temen, creen que soy peligroso, y hasta mi familia me mira con recelos
Se que estoy muy enfermo, muy grave y que moriré riéndome.
Saludos
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Tropezar una vez no es malo, encariñarse con la piedra sí.
daniel- Mensajes : 2504
Fecha de inscripción : 11/12/2020
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