Esperemos que también en esto España no se quede atrás...

Hasta ahora se había optado para instalar placas solares en tierra firme porque era la opción más económica y sencilla, tanto sobre el terreno como sobre los tejados. Aun así, gracias al abaratamiento progresivo, algunas instalaciones más complejas y caras empiezan a ser viables. El ejemplo más claro es la eólica marina, que se expande en masa en todo el planeta. A pesar de todo, hasta ahora no se había considerado hacer igual con la solar, es decir, poner placas sobre el agua. Pero esto va cambiando bien deprisa. Unos cuántos estudios científicos argumentan que la solar flotante podría producir hasta la mitad de la demanda de electricidad mundial actual. Mientras tanto, el Gobierno español, en el marco de las medidas para reducir la factura energética y la dependencia del gas ruso, ha presentado un proyecto de decreto que prevé implantar unas cuántas plantas solares flotantes en embalses. A continuación veremos las ventajas e inconvenientes de una tecnología que podría cambiar completamente el panorama energético.

Una de las polémicas frecuentes alrededor de las renovables es el espacio que ocupan y su impacto visual. Las instalaciones renovables entran en competencia con más actividades –económicas o de ocio– que se desarrollan sobre los mismos terrenos. Por este motivo la atención se desvía hacia el mar, lejos de los núcleos habitados. Poner placas solares flotando en el mar es una evolución lógica. Aun así, es un medio bastante hostil y por eso la atención, hoy por hoy, se centra a usar superficies acuáticas más benignas: los lagos artificiales de los embalses. Tienen unoas cuántos ventajas: el más obvio es que no hay oleadas y el agua es dulce, y no salada, que es más corrosiva. Además, los embalses generalmente tienen una central hidroeléctrica, cosa que quiere decir que ya disponen de la infraestructura de evacuación de electricidad en la red general y no cabe hacer nuevas para conectar las placas solares.

Otra ventaja es que los embalses son sistemas acuáticos antropizados (no naturales), que generalmente son degradados ambientalmente. La solar flotante puede ayudar a mitigar inconvenientes como por ejemplo la eutrofización, causada por un exceso de nutrientes –generalmente proporcionados por los restos de aguas residuales urbanas, industriales o de campos de cultivo, que arrastran los fertilizantes. Esto puede hacer que los organismos que hacen la fotosíntesis a partir de la luz solar crezcan desmesuradamente, como por ejemplo las algas, que dan un color verde característico al agua y hacen que haya menos oxígeno, cosa que afecta negativamente a los peces que se pueden asfixiar. Cubrir una parte de los embalses con placas solares disminuye la luz solar que llega a estos organismos y puede hacer que la eutrofización se reduzca. Aun así, en esta primera fase de implantación, generalmente primero se hace un despliegue pequeño, como prueba, antes de expandirla. Es uno de los pocos inconvenientes potenciales de la solar flotante: saber cómo afecta la disminución de luz solar en los sistemas acuáticos. Justo es decir que esto no es nuevo en el ámbito solar: en el agrivoltaica, en que se combinan placas solares y cultivos, se analiza la cantidad de luz necesaria para las plantas, y la instalación solar se dimensiona adecuadamente, tanto en número de placas, como en el espacio que se deja.

Hay más ventajas, como por ejemplo una velocidad de instalación más grande y no ocupar terreno dedicado a otros usos. Las placas solares se instalan en estructuras flotantes que se introducen fácilmente en el agua y se desplazan flotando hasta la posición final. En cualquier momento se pueden mover o sacar del agua, por ejemplo para hacer tareas de mantenimiento importantes, por seguridad a raíz de avenidas del río. También se pueden retirar deprisa si se considera que tienen efectos no deseados. La solar flotante también puede servir para bombear agua al embalse en momentos de máxima producción renovable y después hacer ir esta agua a la central hidroeléctrica y producir electricidad durante la noche o cuando no haya tanta producción. En la práctica, quiere decir hacer que el embalse actúe de batería. También hay que considerar que los embalses acumulan agua, un bien muy preciado, pero que, como que es al aire libre, se evapora y se pierde una parte, que puede llegar a ser muy grande según el clima y la estación del año. Cubrir una parte de los embalses con placas solares ayuda a disminuir la evaporación y permite de conservar millones de litros de agua.

Además, el agua del embalse ayuda a refrigerar las placas solares, cosa que hace producir más electricidad, entre un 5% y un 15%, dado que pierden rendimiento con temperaturas elevadas, no tienen sombras y se mantienen más tiempos limpias porque no les llega tanto polvo y la limpieza se puede hacer aprovechando el agua que tienen debajo y sin derrochar. Todo ello puede compensar que la solar flotante sea un 20%-25% más cara que no la solar sobre terreno. A pesar de esto, su potencial es enorme. El año 2020, un estudio del Laboratorio de Energías Renovables (NREL) de los EEUU, determinó que la solar flotante podría cambiar el sistema energético mundial tal como lo conocemos hoy y proporcionar hasta el 50% de la demanda de electricidad. Los científicos estimaron que, en todo el planeta y solo considerando los embalses artificiales con centrales hidroeléctricas (contaron 379.068), se pueden instalar 7,6 TW de potencia, con un potencial de producción de 10.600 TWh. Los investigadores reconocen que es la banda superior –más optimista– de la estimación, pero en unas cuántas partes del mundo ya se considera hacer instalaciones más allá de los embalses, directamente en el océano. Especialmente, dentro de los parques eólicos marinos que ya existen aprovechando la infraestructura de conexión con la red eléctrica. La solar flotante también se considera de gran potencial a las zonas cerca del ecuador, donde no acostumbra a hacer viento y la eólica marina no sería viable.

.