Sitios barceloneses que desaparecieron con las olimpiadas

Tomb escribió:Yo nací dos años antes de las olimpiadas así que yo no conocí todo eso según lo cuentas, y supongo que te refieres al puerto olímpico, pero mira, Baraka, lo que he encontrado.

barakarlofi escribió:Nunca, como en aquel tiempo, tuvo Barcelona tantos sitios para divertirse. Teníamos desde toda la avenida del Paralelo con el teatro apolo como buque insignia de diversión con sus revistas, variedades y comedias, los teatros, varios cines, el Molino y el Bagdad que con su novedad en el país de espectáculos porno, fue un acontecimiento que atraía a un numeroso público. Pero eso no era todo, porque arriba, en la montaña, por la avenida del funicular, se subía hasta el parque de atracciones más grande y más importante de toda España, y allí sí que había sitio para aparcar cómodamente, casi en la misma puerta del parque.

Se inauguró en él, la moda de que poniéndole a las gentes un sello en la mano o una pulsera, tenías, y previo pago de la entrada, acceso a todas las atracciones del espacioso recinto sin límites, que contaba hasta con teatro al aire libre y en donde actuaban los mejores cantantes y cómicos de la época. La actuación de Los Pecos tuvo allí un fatal desenlace, porque fue tanta la euforia de la juventud por acercarse al dúo y al escenario, que en su loca carrera y apelotonamiento, aplastaron a una pobre chica que murió allí mismo. 

La tarde, y los días enteros, se pasaban las familias en este recinto en donde había de todo, desde  atracciones inimaginables, restaurantes y zonas de ocio, teniendo que darte prisa porque el día pasaba y no te daba tiempo a subirte en todas. Su vista de la ciudad de Barcelona, era inigualable porque en donde te sentaras a merendar o a comer, se divisaba la ciudad en toda su extensión disfrutando de aquella vista única.

Pero su final fue tan inesperado como inexplicable para los que contábamos siempre con la visita semanal, y un día, sin saber el motivo, cerro sus puertas al público, y las atracciones y todo lo que le acompañaba en el extenso parque, quedo abandonado a su suerte y a la intemperie, y cuando alguna vez subíamos veíamos como las inclemencias del tiempo, iban oxidando y descomponiendo todas las atracciones, hasta el restaurante en forma de ballena que presidía unos de los niveles de norias  y de toboganes, se fue desmontando, cayendo y destruyendo. Después, me dijeron que lo habían retirado todo, y hoy no sé que habrán hecho de aquel enorme espacio verde.

barakarlofi escribió:Recuerdo muchos estos sitios lugares para mí especiales para ir a pasear los domingos, (los sábados se trabajaba) tomarse el vermut del mediodía, y se terciaba quedarse a comer.

En la Barceloneta, al final del paseo nacional (hoy no sé cómo se llama) y después de los baños de san Sebastián, al final, a la derecha, y si se seguía la carretera, se llegaba a lo que llamábamos el espigón, ( o así lo llamaba yo) y esta era una carretera larga y única entre las aguas del puerto, y que al final de ella te llevaban a un bar restaurante, en donde recalaban las golondrinas, pequeños barcos que te paseaban por el puerto.

Aquello y nada más llegar, te alegraba el día, porque entre los que llegaban en las golondrinas y los que aparecían paseando o en coche, aquello se llenaba de niños que en los kioscos de donde el atraque, compraban globos y todas clases de chucherías, y una cosa peculiar, cangrejos atados con una cuerda a una caña que hacía las delicias de los pequeños, que como un trofeo lo paseaban por todo el contorno. Desde ese lugar, desde su terraza, se tenía una amplia vista de la belleza de un Mar en calma, así como los enormes buques de carga que esperaban al lunes el permiso para entrar al puerto.

Se habían rodado hasta películas en esa peculiar carretera que a los lados se llenaba 
de coches aparcados de parejas de novios, que esperaban la oscuridad y la soledad del sitio para sus escarceos amorosos. Detrás del edificio del restaurante, bar, comida rápida, y demás consumibles, seguían unos enormes bloques de cemento que paraba de alguna forma el ímpetu de las olas, y hacia allí se dirigían los pescadores, qué caña en ristre, se pasaban el día intentando alguna captura. Todo aquello, y salvo la incomodidad del imposible aparcamiento por ser este un lugar, pequeño para tanto coche, derrochaba paz, Sol, quietud que nos traía, y que da la brisa marinera, acompañado todo de los suculentos manjares que se ofrecían ala vista.

El sitio invitaba quedarse todo el día y así lo hacíamos, y ya al oscurecer de un verano que hacía los días eternos, nos marchábamos, siempre rodeado de Mar. Hoy todo eso a desaarecido, no queda nada como de los tantos sitios que hacían la vida de los barceloneses, más agradables.

barakarlofi escribió:

barakarlofi escribió:Recuerdo muchos estos sitios lugares para mí especiales para ir a pasear los domingos, (los sábados se trabajaba) tomarse el vermut del mediodía, y se terciaba quedarse a comer.

En la Barceloneta, al final del paseo nacional (hoy no sé cómo se llama) y después de los baños de san Sebastián, al final, a la derecha, y si se seguía la carretera, se llegaba a lo que llamábamos el espigón, ( o así lo llamaba yo) y esta era una carretera larga y única entre las aguas del puerto, y que al final de ella te llevaban a un bar restaurante, en donde recalaban las golondrinas, pequeños barcos que te paseaban por el puerto.

Aquello y nada más llegar, te alegraba el día, porque entre los que llegaban en las golondrinas y los que aparecían paseando o en coche, aquello se llenaba de niños que en los kioscos de donde el atraque, compraban globos y todas clases de chucherías, y una cosa peculiar, cangrejos atados con una cuerda a una caña que hacía las delicias de los pequeños, que como un trofeo lo paseaban por todo el contorno. Desde ese lugar, desde su terraza, se tenía una amplia vista de la belleza de un Mar en calma, así como los enormes buques de carga que esperaban al lunes el permiso para entrar al puerto.

Se habían rodado hasta películas en esa peculiar carretera que a los lados se llenaba 
de coches aparcados de parejas de novios, que esperaban la oscuridad y la soledad del sitio para sus escarceos amorosos. Detrás del edificio del restaurante, bar, comida rápida, y demás consumibles, seguían unos enormes bloques de cemento que paraba de alguna forma el ímpetu de las olas, y hacia allí se dirigían los pescadores, qué caña en ristre, se pasaban el día intentando alguna captura. Todo aquello, y salvo la incomodidad del imposible aparcamiento por ser este un lugar, pequeño para tanto coche, derrochaba paz, Sol, quietud que nos traía, y que da la brisa marinera, acompañado todo de los suculentos manjares que se ofrecían ala vista.

El sitio invitaba quedarse todo el día y así lo hacíamos, y ya al oscurecer de un verano que hacía los días eternos, nos marchábamos, siempre rodeado de Mar. Hoy todo eso a desaarecido, no queda nada como de los tantos sitios que hacían la vida de los barceloneses, más agradables.

Pues no, no se pierde le rompeolas, se ha recuperado. me alegro

Tomb escribió:Me ha encantado toda esa historia del rompeolas. Gracias por traerla, Baraka.  

barakarlofi escribió:Buenas tardes amigos, esta tarde, de regreso de mi visita a los Encantes viejos de las Glories de Barcelona, me paso por aquí para contaros la impresión que me causa este lugar.

Los Encants que tengo a la distancia de cuatro paradas de Metro, y al que visito regularmente desde que legué a esta ciudad,  como todo lo que nos acompaña desde hace tantos años ya no es lo que era. La ampliación de la Diagonal hacia el Mar creándose la Diagonal Mar, y con ello, una nueva prolongación de una de las arterias más transitada de Barcelona que al pasar por debajo de la glorieta  A 33, se llevó por delante un amplio aparcamiento que teníamos los que lo visitábamos este mercadillo, y dejó este recinto aún más pequeño y rodeado de carreteras.

De unos años a esta parte han cambiado las paradas, su género, y hasta quienes las atienden que casi todos son hijos de los antiguos comerciantes de los puestos. Los puntos verdes y de reciclaje le han eliminado del negocio a todos aquellos traperos que reciclaban de las basuras, y de los derribos de casas todo lo aprovechable, y ahora casi todos los puestos son remates de existencia de ferreterías, droguerías y tiendas que cierran y cuyo genero acaban allí a todo 1 €.

Cuando paseo entre sus callejuelas que forman los tenderetes  a uno y otro lado del camino, bajo un cielo plomizo que a ratos deja pasar un Sol que calienta, voy contemplando que estando como esta este mercado en las rutas turísticas, como las “guiris” que son abundantes por las mañanas, rebuscan por entre montones  de ropa usada que alguna vez fueron donadas a las parroquias para los pobres, pero que por misteriosos caminos terminan aquí para la alegría de estas extranjeras que algo le ven porque algunas hasta se la llevan puestas.

Las antigüedades son muy escasas porque hace tiempos se acabaron aquellas pesadas planchas de carbón, las balanzas de platillos, y las maquinas de coser con mueble. Hoy puede aparecer alguien que trae los muebles antiguos de alguna casa antigua o masía, y eso es un buen negocio porque lo vende todo,  y rápido. Entre las numerosas paradas de ropas, y calzado chino, aparece algún que otro restos de informática, pero ahora debidamente envuelto en su caja, con precios de tienda y sin posibilidad de regateo. De la Electrónica de mis tiempos, de cuando esta ciencia era mi pasión, no queda nadie, aquellos dependientes, mas entendidos en la materia que los técnicos electrónicos ya se jubilaron, y ahora solo me quedan los recuerdos de que con sus ayudas, hasta llegue a montar un osciloscopio.

Camino, paseo, le doy varias vueltas al recinto una y otra vez  buscando un no se qué, pero en realidad busco un tiempo pasado que no encuentro porque la verdad es que no necesito nada, solo me dejo atrapar y llevar por este ambiente de búsqueda de la ganga, curioseo, observo, toco y escucho el vocerío de los vendedores. Un alemán a tropezado conmigo y le aviso de lo mal que lleva la mochila, y que le puede volar lo que de valor lleve dentro, yo mismo me palpo la cartera cuando algún que otro tropieza conmigo. Se avisa al público que se lleve cuidado con los objetos personales que hay mucho carterista.

Ese mismo altavoz anuncia que para el próximo Julio se llevan el mercado de este sitio de toda la vida, al sitio de debajo del antigua autopista, pero el nuevo será de hormigón, de suelo de cemento,  frio y ausente de gangas y regateos. Barcinova es la única ciudad de Europa que no conserva sus sitios típicos. Nos quedan los encantes nuevos, pero eso es otra historia.

barakarlofi escribió:

barakarlofi escribió:Buenas tardes amigos, esta tarde, de regreso de mi visita a los Encantes viejos de las Glories de Barcelona, me paso por aquí para contaros la impresión que me causa este lugar.

Los Encants que tengo a la distancia de cuatro paradas de Metro, y al que visito regularmente desde que legué a esta ciudad,  como todo lo que nos acompaña desde hace tantos años ya no es lo que era. La ampliación de la Diagonal hacia el Mar creándose la Diagonal Mar, y con ello, una nueva prolongación de una de las arterias más transitada de Barcelona que al pasar por debajo de la glorieta  A 33, se llevó por delante un amplio aparcamiento que teníamos los que lo visitábamos este mercadillo, y dejó este recinto aún más pequeño y rodeado de carreteras.

De unos años a esta parte han cambiado las paradas, su género, y hasta quienes las atienden que casi todos son hijos de los antiguos comerciantes de los puestos. Los puntos verdes y de reciclaje le han eliminado del negocio a todos aquellos traperos que reciclaban de las basuras, y de los derribos de casas todo lo aprovechable, y ahora casi todos los puestos son remates de existencia de ferreterías, droguerías y tiendas que cierran y cuyo genero acaban allí a todo 1 €.

Cuando paseo entre sus callejuelas que forman los tenderetes  a uno y otro lado del camino, bajo un cielo plomizo que a ratos deja pasar un Sol que calienta, voy contemplando que estando como esta este mercado en las rutas turísticas, como las “guiris” que son abundantes por las mañanas, rebuscan por entre montones  de ropa usada que alguna vez fueron donadas a las parroquias para los pobres, pero que por misteriosos caminos terminan aquí para la alegría de estas extranjeras que algo le ven porque algunas hasta se la llevan puestas.

Las antigüedades son muy escasas porque hace tiempos se acabaron aquellas pesadas planchas de carbón, las balanzas de platillos, y las maquinas de coser con mueble. Hoy puede aparecer alguien que trae los muebles antiguos de alguna casa antigua o masía, y eso es un buen negocio porque lo vende todo,  y rápido. Entre las numerosas paradas de ropas, y calzado chino, aparece algún que otro restos de informática, pero ahora debidamente envuelto en su caja, con precios de tienda y sin posibilidad de regateo. De la Electrónica de mis tiempos, de cuando esta ciencia era mi pasión, no queda nadie, aquellos dependientes, mas entendidos en la materia que los técnicos electrónicos ya se jubilaron, y ahora solo me quedan los recuerdos de que con sus ayudas, hasta llegue a montar un osciloscopio.

Camino, paseo, le doy varias vueltas al recinto una y otra vez  buscando un no se qué, pero en realidad busco un tiempo pasado que no encuentro porque la verdad es que no necesito nada, solo me dejo atrapar y llevar por este ambiente de búsqueda de la ganga, curioseo, observo, toco y escucho el vocerío de los vendedores. Un alemán a tropezado conmigo y le aviso de lo mal que lleva la mochila, y que le puede volar lo que de valor lleve dentro, yo mismo me palpo la cartera cuando algún que otro tropieza conmigo. Se avisa al público que se lleve cuidado con los objetos personales que hay mucho carterista.

Ese mismo altavoz anuncia que para el próximo Julio se llevan el mercado de este sitio de toda la vida, al sitio de debajo del antigua autopista, pero el nuevo será de hormigón, de suelo de cemento,  frio y ausente de gangas y regateos. Barcinova es la única ciudad de Europa que no conserva sus sitios típicos. Nos quedan los encantes nuevos, pero eso es otra historia.