Tres palabras.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco* que resonó como un petardo

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá*

*
https://es.wikipedia.org/wiki/Masclet%C3%A1

'Valencia dispara la última mascletá de las Fallas de 2023'
https://www.youtube.com/watch?v=CwjITX_N1Os

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá*. Qué desastre, exclamó

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Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá*. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina...

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá*. Qué desastre, exclamó, olía  a chamusquina... eran vellos quemados.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía  a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui'

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía  a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró

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Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come?

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí,

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia. Después fue llevado

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo'

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia. Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo'

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo'

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia. Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia. Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia. Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH, inocente como Tomb

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH, inocente como Tomb, ecuánime como Mag

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH, inocente como Tomb, ecuánime como Mag, policromada como 'el foro'

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH, inocente como Tomb, ecuánime como Mag, policromada como 'el foro'. Bastante drogado andaba.

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia. Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH, inocente como Tomb, ecuánime como Mag, policromada como 'el foro'. Bastante drogado andaba.
Entonces recordó aquella

Basta ya! exclamó, soy vegano, ¡maldiciente!, sólo como carne sintética y artificial y la leche que sea fresca, relativa su humedad siendo beneficioso controlarla, como aquella vez que se remojó de arriba abajo y se cambió aquella camiseta sucia por otra más bonita de color tirando a cachumbo y chumbo manchado salpicada de destellos estrellados y fosforitos.
Cuando de repente se tiró un cuesco que resonó como un petardo de la mascletá. Qué desastre, exclamó, olía a chamusquina... eran vellos quemados. Se afeitó 'el cuqui' con velas encendidas, aquello le gustó porque calentaba su fuerza vital, pero era demasiado arriesgado. No le importaba, amaba su fogosidad, su ansia viva utilizada para fingir su empinada lascivia de estilo retro. Metió su mano en la hendidura sintiendo su calor hasta que llegó al sacro lugar. Un enorme suspiro al notar que él la miró sin sus gafas; hola doonga, susurró. ¿Esto se come? Sabes que sí, también se bebe. Un elixir divino, una mágica poción de íntima procedencia.  Después fue llevado al 'séptimo cielo', más allá de un 'sexo cielo', a un 'rascacielo' por su picazón ubicada precisamente ahí. De pronto pasó volando una mariposa, dulce como Violetta, venenosa como HH, inocente como Tomb, ecuánime como Mag, policromada como 'el foro'. Bastante drogado andaba.
Entonces recordó aquella escena tan fatídica