Cuando un amigo se va.

Buenos días en parte. Hoy me he tropezado por la calle, con el hijo de un compañero que trabajo conmigo, mejor en la empresa en donde estábamos los dos, y me dice que el "Mano de Piedra", ha muerto por la enfermedad tristemente famosa e incurable del Cáncer.

Mano de Piedra formaba parte del grupo que se destacaba en el trabajo por sus bromas, sus gamberradas, reuniones con comilonas incluidas, y sus partidos de fútbol, de aquí le venía le apodo, porque un día haciendo de portero, paro con la mano un balón que le venía con mala idea, y desde entonces se quedó con este mote que no era el único, pues todos tenían el suyo, y de ellos les hice muchos protagonistas en mis relatos cortos.

El grupo lo componían "El Muralla", "El Nervio", el "Cara cortada", el "Busca nidos","EL Tarabita", el "Agua de fuego", "el Pata chula" . el P..... gorda", el Patas", el "Cuatro pelos" y algunos más que no se relacionaba con el grueso del grupo que entre bromas, chistes, y riñas se pasaba las horas de trabajo. Pero la cosa se fue estropeando cuando la empresa instalo una máquina de refrescos, con cerveza incluida.

Trabajaban todos en la misma nave adonde ningún mando era capaz de entrar sin avisar, porque le llovían toda clase de objetos, pues entre los porros, la barrechá que salían a escondidas a comprarla al bar de la esquina, la cerveza vino animar más aún las ganas de juerga.

Mano de Piedra no era de los más, dijéramos, nerviosos, sino más bien callado y haciendo trastadas a la chita callando. Tenía dos hijas, pero aun así se escapaba a los bailes de gente mayor, y cuando invitaba a una mujer a cenar, a la hora de pagar, decía que bajaba al parking a por alguna cosa, y la dejaba allí sola y pagando la cuenta.

Este y el P::: gorda, también fallecido, no eran mala gente, y siempre les consideré en mis reuniones con ellos en donde no podía aguantar en número de cubatas que consumían. Venían los dos como ellos mismos confesaban de familias rotas, y se habían criado sin calor familiar, y de realquilados en habitaciones de barrios deprimentes, pero que no dudaban darte lo que tenían.

Me ha dolido esta noticia, y he recordado tantos años viéndolos con aquella alegría artificial del alcohol, con las tijeras y cuchillos colándoles de las barbas y haciendo intermediario entre ellos y la dirección , para que no la montaran, por ejemplo porque cuando en invierno no tenían estufas suficientes.

Fueron años en que me reí mucho con ellos, y por eso guardo unos muy buenos recuerdos porque me divertí como nunca.

Saludos.